El director australiano Philip Noyce entró al cine a lo grande. Después de tres largometrajes de gran éxito en su país, pasó a Hollywood dirigiendo
Terror a bordo, un thriller con tres protagonistas en un yate, basado en una novela de Charles Williams. Lo singular era que ya existía una película sobre la misma novela, dirigida nada menos que por Orson Welles, que no había llegado a ser terminada por la muerte del actor principal, Laurence Harvey. Hasta hoy, esa versión es parte de las leyendas que Orson Welles dejó tras su partida.
Philip Noyce se metió en ese territorio sagrado y sacó un
Terror a bordo digno y muy eficiente. Desde entonces, pasó a integrar la lista de cineastas de acción con cerebro, junto a Michael Mann, Kathryn Bigelow y unos pocos más, en un repertorio de más de 30 largos que va desde
Juego de patriotas a
El dador de recuerdos.
Crimen y deseo está dotada de un grado de histeria que deja claro, desde el primer momento, que la trama policial es solo el pretexto para servir de conductor a una intensa corriente sexual, tan intensa que puede desbaratar todo orden privado o institucional.
La historia es narrada por una protagonista muerta, Susan Smith (Emilia Clarke). Es lo que los teóricos llaman una intriga de predestinación, esto es, que los hechos están configurados para conducir hacia ese final que ya se conoce; solo interesa saber cómo se llega a él.
En Pikeville, un pueblo hundido entre los bosques de Kentucky, deprimido por el cierre de las minas, vive y padece Susan, joven, con dos hijos y un exmarido abusador, sin más horizonte que la venta y consumo de drogas. Susan piensa que Pikeville debe ser lo más bajo del mundo, porque cada vez que cae regresa allí.
A ese lugar llega con su familia Mark Putnam (Jack Huston), un agente novato del FBI, que se propone capturar a todos los delincuentes que circulan por los alrededores.
Mark ve en Susan el pie que necesita para su carrera: una informante de primera. Susan ve en Mark una posibilidad de salir de Pikeville, pero además a un amante permanente. El sexo, inflamado por esas expectativas divergentes, empieza a tomar el control de la relación.
Noyce filma sin ningún ánimo de realismo, a pesar de ser una historia “basada en hechos reales”. Su relato ocurre por dentro, por ese descontrol que camina hacia la infatuación de los personajes y de cuanto los rodea.
Crimen y deseo es una tragedia expresionista acerca de conciencias estragadas. Del enervamiento de las cosas nace, precisamente, su interés. Noyce vuelve a demostrar que sabe hacer cine, si no a gran altura, a un nivel que lo distingue del montón.
Above Suspicion
Dirección: Philip Noyce.
Con: Emilia Clark, Jack Huston, Sophie Lowe, Johnny Knoxville, Austin Hébert, Thora Birch, Chris Mulkey, Kevin Dunn. 104 minutos.
En Netflix