Colo Colo y Universidad de Chile se ven las caras en el clásico del fútbol chileno. Si los azules no ganan se cumplirán dos décadas sin victorias en el Monumental, elevando la marca de un registro que lacera a una generación que creció sin ver abrazos en Macul.
Un partido que convoca desde el fervor de las dos hinchadas mayoritarias, que en la temporada 2020 ofreció versiones lamentables. En los empates 1-1 y 0-0 del Nacional y Pedrero primó el miedo. Colo Colo, en la peor campaña de su historia, con el descenso mirándolo a los ojos, evidenció una precariedad exasperante. Si algo distinguió siempre al Cacique fue su capacidad de ir al frente, de incomodar al adversario desde los arrebatos espirituales. Ninguno de esos atributos apareció.
En la U el peso de la mochila por el coeficiente de rendimiento de la temporada 2019 estresó al equipo que dirigía Hernán Caputto y luego al de Rafael Dudamel. La duda de Jimmy Martínez en la última visita al Monumentalestuvo cerca de concluir con este maleficio.
La excusa de la presión de la tabla en esta oportunidad no calza. El torneo comienza y existe espacio para reengancharse en el campeonato. Sin embargo, en el caso de Colo Colo, entregar la paternidad de casi dos décadas generará un conflicto de incalculables proporciones. Más aún en el clima de inestabilidad política que vive el cuadro popular, con un presidente recién elegido gracias a una alianza utilitaria, pero no de convicción, con el grupo accionario que representa Leonidas Vial. Si el hincha albo hoy se ilusiona con los bocetos que ofrece la escuadra de Gustavo Quinteros, más agresiva en la recuperación y directa para atacar, una derrota ante el rival de siempre atizaría las brasas olvidadas en el Fiscal de Talca, cuando el 17 de febrero se salvó del descenso al vencer a Universidad de Concepción.
El panorama azul no difiere en el dramatismo. Así lo dicta la feble posición del entrenador Rafael Dudamel. Si Azul Azul no estuviera en la opacidad del traspaso accionario, que obligóa la intervención del rector Ennio Vivaldi, el técnico estaría fuera. El juego nunca satisfizo y su impresentable proceder, al saltarse los protocolos sanitarios que vive el país, lo dejaba sin piso ni argumentos. Con la toma de posesión de los nuevos dueños y el escaso nivel exhibido, a pesar de que el plantel mejoró de manera ostensible con relación al del año anterior, resulta indefendible la presencia del exarquero en la banca si sale derrotado.
El panorama vira en 180 grados si consigue una victoria. Su nombre quedaría en la memoria, nadie se acordaría de las dificultades de sus jugadores para pasarse la pelota y progresar en la cancha; tampoco que el planteo de su ciclo nunca se asemejó al de un equipo grande.
La última vez que el clásico respondió a sus pergaminos fue en 2019, justo antes del “Estallido Social”. Esa tarde de sábado,el cabezazo de Julio Barroso enterró los merecimientos de la U dirigida por Caputto, que coqueteó con la gloria. Es la hora de enaltecer el clásico.