Como sucede cada año por estas épocas, el fútbol chileno se mide con el continente en una vara que últimamente nos ha quedado demasiado alta. Cuatro equipos chilenos encararán, a partir de esta semana, la Libertadores y la Sudamericana con un desafío que siempre duele, aunque significa enormes ingresos económicos para instituciones que se han quedado sin recaudaciones por concepto de abonos o entradas.
El lugar común dice que la Libertadores es una aspiración casi inalcanzable debido a la inmensa inversión que realizan las escuadras de Brasil y Argentina. Para Unión La Calera, que debuta en el certamen, es una verdad innegable, ya que deberá enfrentar a Vélez Sarsfield, Flamengo y Liga Deportiva de Quito, cuadros que objetivamente tienen más recorrido y planteles para afrontar la competencia. Por eso llamó la atención que los propietarios del cuadro cementero —que enfrentan una gravísima acusación de suplantación de identidad que podría significarles severas sanciones— hayan optado por entregarle la responsabilidad a un técnico debutante, en otro ejemplo de la teoría de ensayo y error a nivel continental.
Distinto es el caso de la Universidad Católica, que tras varios fracasos consecutivos en la fase de grupos esta vez encontró un sorteo más benévolo para afrontar la Copa. Nacional de Montevideo, Atlético Nacional y Argentinos Juniors no están ni institucional ni financieramente por sobre los cruzados, que han acumulado en los últimos años el rodaje necesario para no sentirse en desventaja en la competencia externa. Es, ahora sin el argumento de la diferencia en la tesorería, la mejor medida para evaluar el crecimiento deportivo de un equipo que se pasea sin contrapeso en el medio local tras las crisis propietarias de Colo Colo y la U, que han gastado el último lustro en disputas intestinas.
Para Palestino y Huachipato, nuestros representantes en la Copa Sudamericana, será un gran desafío, desde veredas contrapuestas. Los árabes tienen el plantel más experimentado del fútbol chileno, y José Luis Sierra suficiente experiencia ganada en el plano internacional. Los acereros son, en contraparte, el equipo más joven de nuestro medio, y su técnico, Juan José Luvera, es un debutante absoluto en competencias continentales. Tiene rivales calificados, pero, como ya quedó demostrado el año pasado, su esfuerzo será doble: un éxito en estas lides puede significar un desgaste físico que pasa la cuenta en la competencia interna. Que llamen a Coquimbo y J.J. Ribera para pedir consejo.
Lo que deben tener claro todos, y la UC especialmente, es que su nivel de competitividad es fundamental para el posicionamiento de nuestro torneo en Sudamérica. Un ítem donde estamos en rojo, que nos resta peso en los balances y que no necesariamente merecemos.
Aunque soterrado, el debate instalado en torno a si nos conviene o no participar en las copas es doloroso. La mitad de los clubes de la Primera División clasifica, lo que debería ser un estímulo para elevar la calidad de los planteles y trabajar en descubrir mejores jugadores. La primera fase de la Libertadores fue un desastre. Es la hora de que entremos al baile.