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Editorial
Jueves 15 de abril de 2021
Documento episcopal
Es valioso que distintos actores contribuyan al debate, de cara al proceso constitucional.
El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal ha dado a conocer en estos días un documento que recoge y sintetiza conceptos del magisterio social de la Iglesia Católica, como una forma de contribuir a la reflexión en torno al proceso constitucional y la elección de quienes integrarán la Convención. El texto incluye entre sus fuentes las distintas encíclicas sociales, desde la Rerum novarum, de León XIII, hasta Fratelli tutti, del Papa Francisco, así como otros documentos eclesiásticos.
A partir de ello, los obispos identifican un conjunto de principios y valores que están en juego en la realidad chilena actual. Los primeros son entendidos como “parámetros de referencia para la interpretación de los fenómenos sociales” y, entre ellos, el documento destaca la dignidad de la persona humana, el bien común, la solidaridad, la subsidiariedad, el destino universal de los bienes, la opción preferencial por los pobres, la participación y el diálogo. Respecto de estos dos últimos temas, el texto remarca su importancia como medio eficaz y necesario para la sustentación de la comunidad en sus vertientes política, económica y social.
En cuanto a los valores o bienes de la vida social, el documento resalta la centralidad de la vida, la familia, la comunidad política, los derechos humanos, el medio ambiente, la paz, el trabajo, la comunidad internacional y la vida económica. En cada uno de estos ámbitos se refuerza, aunque desde distintos ángulos, la importancia de colocar la dignidad de la persona humana como su fin. Ello se refleja en cuestiones que van desde la situación de los inmigrantes hasta la valoración del trabajo, el papel de la empresa o el rol del Estado en la economía.
El pronunciamiento episcopal resulta especialmente oportuno. Ad portas de que el país inicie un proceso tan importante como el de redactar un nuevo texto constitucional, es valioso que todas las instituciones de la sociedad civil puedan aportar a la discusión, haciéndolo con rigurosidad y también con respeto hacia la pluralidad de visiones existentes.
En el caso particular de la Iglesia Católica, ha jugado un papel relevante en toda la historia nacional, el que ha trascendido incluso más allá de lo propiamente religioso, en áreas como la educación, la acción social o el debate intelectual. La crisis que ha enfrentado en los últimos años, tras develarse la grave realidad de los abusos; el largo período de vacancia en que permanecieron algunas de las principales sedes episcopales, y la decisión de abrir espacio a un mayor protagonismo de los laicos pueden explicar en parte el relativo retraimiento de su jerarquía frente al debate público, advertido por fieles e incluso sacerdotes. Es probable también que, en una sociedad que ha experimentado un acelerado proceso de secularización, la Iglesia chilena deba saber encontrar nuevas formas de expresar su mensaje a la sociedad. Con todo —y particularmente en tiempos tan complejos como los que hoy vive el país—, su voz sigue siendo relevante, tanto para la comunidad creyente como para quienes, aun no profesando la fe católica, comparten un mismo acervo cultural y pueden encontrar en algunos de los conceptos destacados por el documento elementos iluminadores para su propia reflexión.
Cabe esperar que otras iglesias, así como distintos actores sociales se sumen a esta discusión, expresando sus planteamientos y aportes de cara al proceso constitucional.