Escribí esta columna, estimado lector, el día de ayer cuando simultáneamente me informaba que se obtuvo el récord de contagios y de fallecimientos por el covid-19. Más de 9.000 contagiados, más de 180 fallecidos y una tasa de positividad superior a los dos dígitos.
Mientras eso ocurre, en este mismo diario se informaba de la satisfacción de los dirigentes de la Cámara Nacional de Comercio y de la Cámara de Comercio de Santiago, porque el Gobierno y la autoridad sanitaria habían disminuido de 15 a 7 días la restricción de este sector para no vender artículos no esenciales. Asimismo, ayer se clausuró una obra de construcción por no respetar el protocolo que acordó el ministro de Economía y la Cámara Chilena de la Construcción, y que debe movilizar diariamente en todo Chile centenares de miles de obreros y empleados de la construcción, quienes deben desplazarse entre sus hogares y las obras en las cuales trabajan. A estas señales contradictorias en el presente se agregan en el pasado reciente cinco millones de permisos de vacaciones; millones de permisos de circulación, mientras casi todo el país está en la fase 1 de la cuarentena; llamados del ministro de Educación el mes pasado a abrir la actividad escolar, y la autorización del funcionamiento de gimnasios y casinos, los que demuestran la incoherencia entre la emergencia sanitaria más grave de los últimos años y las conductas del Gobierno y la autoridad sanitaria.
El Gobierno, de una vez por todas, tiene que entender que tiene que ser coherente entre el drama que estamos viviendo sanitariamente y sus conductas que requieren mayores restricciones a la movilidad; factor determinante para impedir el aumento de los contagios, así como mejorar la eficiencia en la trazabilidad que, de acuerdo a la información pública, está alcanzando a 2,6 personas por cada contagiado, mientras la Organización Mundial de la Salud establece como mínimo 5 contactos estrechos a resguardar por cada contagiado.
Por otra parte, el Gobierno y la autoridad sanitaria aún no entienden que sí es imprescindible la restricción masiva de la movilidad social, y esta tiene que ir acompañada de una sustancial y universal ayuda económica a los ciudadanos encuarentenados. Esto no lo ha entendido nunca durante esta crisis, y las medidas del Gobierno se caracterizan por su excesiva focalización en esta ayuda, que no comprende que el tema requiere globalidad y fácil acceso a dicha ayuda. Para muestra un botón, el Gobierno y el Parlamento han acordado el denominado Bono de Clase Media durante un par de meses y que llegaría, si los complejos requisitos se cumplen, a no más de 2 millones de chilenos; de hecho, el primer bono del año pasado alcanzó a 1.7000.00 chilenos los cuales 400.000 además alteraron su información de los requisitos y la autoridad los obligó a devolver la ayuda recibida. Un segundo botón de muestra es lo que está ocurriendo con el Ingreso Familiar de Emergencia. El Gobierno y el Parlamento han aumentado su cobertura, pero quiero explicar con números oficiales, porque esto aún es insuficiente: el Registro Social de Hogares hoy contempla 6.600.000 hogares, cifra que aumentó durante el año pasado en 1.100.000 hogares que abarcan a 14.400.000 chilenos registrados; sin embargo, la ampliación de ayuda mencionada alcanza solo a 10.000.000 de ciudadanos. ¿Cuál va a ser la respuesta gubernamental a los 4.400.000 chilenos que no son contemplados en la nueva ayuda?
En resumen, irrita a la ciudadanía ver a un gobierno que frente a la crisis que estamos viviendo no dé respuestas con carácter de urgencia tanto para la pandemia sanitaria como para la económica y social. Siempre respuestas contradictorias en lo sanitario y respuestas insuficientes en lo económico y social. Para muestra un tercer botón: la dificultad en la trazabilidad no solo está en la capacidad de gestión de efectuarla, sino en una realidad superior, cual es que el contacto estrecho como el contagiado eluden su categoría sanitaria, porque de asumirla, no tiene la certeza de recibir la ayuda económica en la nueva situación, por eso es que es imprescindible, como ha sido mencionado en esta columna, el aumento de la ayuda social y económica. Por lo demás, ante la solicitud reiterada no solo de la oposición de una renta universal mínima, el instrumento ya existe, cual es el IFE, que a lo menos debe llegar al 80% de los chilenos y chilenas.