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Editorial
Sábado 10 de abril de 2021
Recrudecimiento de la pandemia
No debe olvidarse que todavía la mayoría del país aún no tiene inmunidad contra el virus.
Pese al éxito del programa de vacunación, la pandemia sigue contagiando a gran número de chilenos, provocando temor y causando estragos en las actividades del país. Se ha alcanzado una cifra récord de contagios, que llegaron a superar los 9 mil en 24 horas, lo que hace temer por la saturación del sistema de salud. Con tal cantidad de casos nuevos en un día, se puede esperar un aumento significativo de pacientes que en las próximas dos semanas requieran de atención en una Unidad de Cuidados Intensivos, UCI, con serio riesgo de colmar sus capacidades. El hecho de que coincidan la buena cobertura de inmunización y la mayor intensidad de los contagios constituye un fenómeno que inquieta y requiere de explicaciones claras.
Aunque se ha logrado vacunar a cerca de un 40 por ciento de la población, lo que implica más de 7 millones de personas que ya han recibido una primera dosis, tienen vacunación completa menos del 25 por ciento, si bien esa proporción habla de más de 4 millones ya completamente inmunizadas. Se trata de cifras difíciles de conseguir: no son más de dos o tres los países que han logrado porcentajes parecidos. Pero eso no debe hacer olvidar que todavía la mayoría del país carece de inmunidad contra el virus y las personas siguen tan expuestas como antes de que comenzara la campaña de vacunación. Por eso, tanto las autoridades locales como la Organización Mundial de la Salud han insistido en la necesidad imperiosa de mantener todas las medidas de prevención repetidas una y otra vez: la distancia física, el lavado frecuente de manos y el uso de mascarilla. Es natural que la gente se vaya cansando de acatar tales instrucciones, lo que se ha dado en llamar la fatiga pandémica, y que hasta busque excusas para exceptuarse de respetarlas. Es posible que el mismo éxito del programa de vacunas haya actuado como un factor que contribuyó a una menor obediencia a las indicaciones de la autoridad, pero las cifras de contagio debieran dar el mejor argumento para seguirlas con atención.
El avance de la enfermedad no solo ha ocurrido en Chile, sino en todo el planeta. El promedio móvil de siete días había llegado a fines de febrero a 359 mil contagios diarios y la cifra actual supera los 620 mil y continúa en aumento. Países que habían sorteado bien la primera ola, como Uruguay, ahora están entre los dos o tres con más contagios en el mundo, acercándose a 100 casos nuevos al día por cada 100 mil habitantes. Es posible que el fenómeno sea consecuencia de nuevas variantes virales, más contagiosas y con la capacidad de reemplazar rápidamente a la cepa original, pero pocos países invierten lo suficiente para identificarlas. En todo caso, la segunda ola parece estar afectando más gravemente a Europa, Medio Oriente y América Latina.
Es todavía demasiado pronto para sacar conclusiones de los efectos de la pandemia. Desde luego, estos parecen ir más allá del covid-19, pues se ha comenzado a observar en varios lugares que la postergación de las atenciones a quienes no sufren de esa enfermedad les ha causado complicaciones y muertes. La única posible medición del impacto total de la pandemia será el exceso de muertes que se registren en cada país. Pero mientras no esté superada, lo que podrá tomar bastante tiempo aún, solo cabe prevenir su aparición.