No hay hincha futbolero chileno mayor de 60 años que no asegure haber visto alguna genialidad de Pelé en vivo y en directo. Puede ser un cabezazo con los ojos abiertos, un toque sutil de derecha o una finta infinita ante tres rivales que quisieron y no pudieron bajarlo. No importa. El “Rey del Fútbol” venía todos los veranos a Chile a fines de los años 60 para jugar los famosos hexagonales internacionales y está claro que bien puede ser verdad lo que cada uno relata. Y si bien es francamente improbable que haya habido un total de 10 millones de espectadores que pudieron verlo (que es más o menos la cifra de personas que asegura haber estado alguna vez en el Nacional en esos años), lo importante es recalcar que Santos era el invitado a jugar estos torneos, pero era al genio brasileño al que se le iba a ver jugar.
Diego Maradona también visitó Chile varias veces y cada vez que vino —para jugar amistosos, exhibiciones o encuentros por los puntos— nadie fue capaz de opacarlo. Tomaba la pelota y uno intuía que su zurda mágica haría malabares que difícilmente alguien podrá emular alguna vez. Todo lo demás —y los demás— era irreal, poco importante.
Como él, ya en el plano local, también hay figuras que el hincha pone en un escaparate aparte. Haber visto alguna vez a “Cuá Cuá” Hormazábal, dicen los más veteranos, es un privilegio porque “era mejor que ‘Chamaco', Toro y Valdivia”, mientras que los seguidores de Leonel, de Fouillioux, Caszely, el ‘Beto' Acosta y Salas defenderán con pasión a ese ídolo que los llamó a ir a un estadio y hacerse fanático de su equipo.
Sí, claro. El fútbol es un juego colectivo y como dijo Alfredo Di Stéfano en su momento de gloria en Real Madrid, “ningún jugador es tan bueno como todos juntos”. Pero es un hecho que sí existe una instancia individual que sobrepasa la exigencia colectiva. Es el umbral del que logra trascender y convertirse en un foco de atracción incluso por sobre los colores que representa.
Esteban Paredes hoy está en esa fase.
Nacido en Santiago Morning, y elevado a deidad futbolera en Colo Colo (así como “Cuá Cuá”), Paredes dejó ya de ser propiedad de un solo sector para convertirse, con 40 años y a poco de su anunciado retiro, en una de esas figuras que convocan interés, pasión y emoción solo con verlo salir a la cancha a cumplir el rito permanente de jugar bien y convertir goles.
Tal como a Pelé, Maradona y al resto de los elegidos, en algunos años más muchos hinchas dirán con orgullo que vieron la mayoría de los goles que hizo Esteban Paredes en Chile, porque eso denotará, sin duda, conocimiento y experiencia a la hora de hablar de artilleros de fuste.
Coquimbo Unido tuvo este fin de semana su mejor rating simplemente porque había (habíamos) decenas, centenas, miles, millones de futboleros que no estaban (estábamos) tan interesados en el resultado del partido ante Iquique como en ser testigos de ver qué haría el viejo Esteban en su nuevo equipo y si sería capaz de seguir aumentando su leyenda.
Y vaya que dejó en claro que se merecía tanta atención. Hizo un jugadón, convirtió luego un golazo, y salió para que entrara un chicuelo al que bendijo con un abrazo.
Crack. Yo vi a Paredes hacer todo eso.