En 17 hectáreas del Cerro Chena, en un terreno pegado a la Autopista Central y al oeste de la comuna de San Bernardo, se realizan trabajos de arquitectura e ingeniería para el Nuevo Juan Pinto Durán, después de una licitación pública que ya se realizó.
Los trabajos empezaron en marzo, una vez estudiado el suelo y después de la carta del ministro de Bienes Nacionales, Julio Isamit, un ex pingüino, al Ejército de Chile, donde explicó la petición, solicitó el paño y la institución castrense puso el visto bueno y aceptó el trámite, con lo que se subsanó el impase con el Ministerio de Defensa.
Lo anterior lo anunció y ratificó Pablo Milad, presidente de la ANFP, en septiembre y diciembre de 2020, cuando fue escoltado por ministros y dio a conocer el plan general y las fechas precisas.
La construcción, cómo no, se inició con el contento del directorio en pleno y sus colaboradores más cercanos: el español Francis Cagigao, director deportivo, y el entrenador argentino Germán Corengia, asesor deportivo.
Así es la vida deportiva.
Hay cosas que no se saben en el fútbol chileno, en consecuencia y por lo tanto, no se puede descartar que en estos momentos se planifique y diseñe el Nuevo Juan Pinto Durán. Quizás es una realidad que está ocurriendo, solo que aún que no se conoce.
Hay cosas que se desconocen, por ejemplo, la identidad, pelos y señales, de los nuevos dueños de Universidad de Chile, y también el mapa detallado de los propietarios de cada club, no el berenjenal, y por eso se sospecha un cuanto hay: representantes de jugadores, propietarios dobles, palos blancos, espectros argentinos, fantasmas chilenos y feriantes que levantaron el tenderete y pegaron sus espaldas al templo de las platas de la TV, para convertir a sus clubes en la fachada de un comercio que le lleva piratería, bisutería y lavandería.
La ANFP debería publicar una lista con las señas de los propietarios de los clubes y así transparentar el asunto, aunque en las sociedades anónimas deportivas, ya se ve, hay mucha ventosa, tentáculo y tinta.
Así estamos, entonces: construyendo un complejo deportivo que antes se llamó Juan Pinto Durán, y algo se rompe en el alma cuando esos nombres recuerdan las poblaciones chilenas, donde tantas partieron como tomas de terrenos baldíos, secos y planos, y entonces se bautizaron Amanecer o Esperanza, y con el tiempo, los hijos de los hijos de los hijos, repitieron el ciclo y buscando mejor fortuna fundaron Nuevo Amanecer o Nueva Esperanza, porque la primera no resultó, la segunda ya se verá y siempre será posible Nuevo Amanecer 2 o Nueva Esperanza 3.
El fútbol es idénticamente igual al país, con una salvedad: lo mejor que tiene, en la mayoría de los casos, lo aporta el señor Estado y son los estadios. Eso sería. El resto es un cuento de nunca acabar