Este es el primer largometraje de Cathy Yan, una periodista sinoestadounidense que saltó a la fama el año pasado con la cinta de superhéroes Aves de presa. Cerdos muertos, de 2018, cuya distribución fue afectada por la pandemia y es uno de esos debuts impresionantes, aunque imperfectos, que designan la presencia de alguien que algún día… Indicio adicional: uno de los productores es Jia Zhiangké, el más potente de los actuales cineastas chinos.
Igual que Jia, Yan parte de uno de esos fenómenos de escalas inconcebibles que ocurren en China. En 2013, aparecieron flotando en el río Huangpu unos 16.000 cerdos muertos, que según las investigaciones se envenenaron con alimentos que contenían PVC.
La película parte con el viejo Wang (Yang Haoyu), que ve cómo empiezan a morir los cerdos de su pequeño porquerizo. Luego deriva hacia Candy (Vivian Wu), una elegante peluquera que vive en una casa en medio de un sitio eriazo, donde se quiere erigir un megaproyecto inmobiliario. En seguida, a Sean Landry (David Rysdahl), un joven de Minnesota cuyo talento son los discursos de autoafirmación. Y luego Zhen Wang (Mason Lee), mesero de un restaurante en el que conoce a la opulenta Xia Xia (Li Meng).
En los primeros 15 minutos todo esto parece inconexo. Brilla, en cambio, el trasfondo de un Shanghái moderno, repleto de construcciones de lujo y luces de colores, reflejo de un capitalismo de nuevo cuño, donde triunfan las ideas más extravagantes. Tras esa introducción, los personajes empiezan a conectarse y emerge la historia colectiva, que es también la de la ciudad: la tensión entre la opulencia y la pobreza, la tradición y la modernidad, la forma de vida que agoniza y la que se impone con su seducción.
En esto, Cerdos muertos es una visión penetrante no solo sobre China, sino sobre cualquier modo de modernización acelerada, que, aun con sus ribetes ridículos, siempre pasa a llevar culturas y seres humanos. Dada su proximidad temática con otros cineastas chinos, es difícil acusarla -como se ha hecho- de presentar una idea occidentalizada del proceso. Más bien es probable que su elegante sentido visual, la fluidez de su narrativa y su deriva hacia la comedia oscura, irónica y sombría resulten incómodos para quienes defienden la integridad política de una revolución campesina que se convirtió en un artefacto modernizado a la fuerza.
Al fin, se trata menos de eso que de la dificultad de sostener la tradición frente al progreso. Los cerdos, vestigios de la ruralidad en medio de la urbe, son la metáfora de ese enfrentamiento que Yan presenta con toda su ambigüedad, crueldad y optimismo juntos.
No cualquiera filma una idea tan sofisticada con tan estupendo sentido fílmico.
DEAD PIGSDirección: Cathy Yan.
Con: Yang Haoyu, Vivian Wu, Mason Lee, Li Meng, Zazie Beetz, David Rysdahl, Wang Xiaoqi, Tsurican Daria, Cai Gang. 121 minutos.
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