Quién tiene el poder supremo en el vecindario es complicado e importante para Chile. Cuánto manda Alberto Fernández y cuánto Cristina Kirchner, el Presidente y la expresidenta, en Argentina; Evo Morales o Luis Arce, el expresidente o el Presidente, en Bolivia; Francisco Sagasti o la dispersión de parlamentarios que lo nominaron, en Perú.
Parecería que los presidentes vecinos están virtualmente limitados para ejercer plenamente sus cargos, ya sea por su interinato de pocos meses, en el caso del Presidente Francisco Sagasti, del Perú, y en Argentina y Bolivia, por la dependencia de sus predecesores, Cristina Fernández de Kirchner —además vicepresidenta—, y Evo Morales, líder del MAS y de los cocaleros. Cada uno impuso a sus sucesores, Alberto Fernández y Luis Arce, mientras, siendo exgobernantes, continúan controlando los partidos oficialistas, ejerciendo, además, enorme influencia en poderes judiciales politizados, para protegerse de causas en su contra.
Junto con asumir el Presidente Arce, fueron amnistiados Morales y sus partidarios, que se encontraban prófugos de la justicia; encarcelados la expresidenta y excandidata a la presidencia Jeanine Áñez y dos de sus ministros, pasados a retiro oficiales superiores de las fuerzas armadas, paralizada la reforma a la justicia y restablecidas las relaciones con los regímenes de Irán y de Nicolás Maduro. En Argentina ocurrió algo similar. Cristina Fernández logró derribar e imponer al ministro de Justicia, algunos procesos en su contra y de miembros de su partido están en trámite para ser cerrados y se restablecieron las relaciones con el régimen de Nicolás Maduro, retirándose de paso de Prosur y del Grupo de Lima, en solidaridad con Venezuela.
La confusión y manifestaciones de cogobierno muestran fragilidades institucionales, debilitan a la justicia y a la autoridad presidencial, son un retroceso en el combate a la corrupción y trascienden desde el interior de los países vecinos a la comunidad internacional, con especial impacto en la región.
Detectar quién manda en esta dicotomía, precisar a quienes obedecen y la independencia de los funcionarios y políticos clave de los gobiernos vecinos, es un desafío para la diplomacia profesional y para los agregados de defensa. Requiere desplegarse con prudencia para cumplir con la misión de informarse, analizar e informar correctamente sobre las proyecciones de los acontecimientos en los países donde se encuentran destinados. Lograrlo es indispensable para las negociaciones y buenas decisiones de la Cancillería. No es fácil hacerlo.