Esta tarde, a partir de las 17 horas, el Consejo de Presidentes decidirá la situación de Lautaro de Buin y su incorporación a la Primera B tras ganar la Segunda División con algunas irregularidades en su bitácora.
El caso es nuevo en la agenda noticiosa, pero es antiguo en el historial que lo precede o, mejor dicho, en sus orígenes. Estudiarlo es farragoso para la investigación periodística, pero hay que hacerlo, porque de todos los temas posibles en el fútbol (técnicos, tácticos, físicos, competitivos y etcétera) es el organizativo el que más incide en su desarrollo.
El historial de este asunto (ya señalado en esta columna hace una semana) comienza en 2011, año inolvidable para muchos. Para empezar, para los hinchas de la U y su corona de la Copa Sudamericana, para Esteban Paredes por su título de artillero del Clausura, para el fútbol chileno por su décima ubicación en el mundo. Un año especial, sin duda, al que se debe agregar a Sergio Jadue, elegido en enero presidente de la ANFP.
Fue en su mandato, entonces, cuando se produjo el nacimiento de la Segunda División. Sucedió en diciembre de ese año y se produjo en medio de serios conflictos con el fútbol amateur (ANFA), que hasta entonces clasificaba a sus campeones a la Primera B, en su condición de Tercera División amateur.
Hasta entonces, los llegados a la Segunda pagaban una cuota de incorporación de UF 1.000. Pero en diciembre se subió a UF 50.000. Uno de los fundamentos del alza era que se debía financiar al descendido… Otro era que “mil UF es muy poco”. (Todo lo relativo a dinero sería siempre “muy poco” para Jadue, según se sabría más tarde).
La “cuota” se instaló en las bases recién en el torneo 2016-17 y se rebajó a UF 24.000.
Y así siguió operando, aunque con contratiempos. Conocidos son los casos de clubes que se negaron a pagar tan altas sumas. Más aún si el “tributo” obedecía a decisiones de un Consejo del que no formaban parte.
Esta increíble figura comenzó a desdibujarse el 23 de febrero de 2018, cuando la Fiscalía Nacional Económica presentó el caso al Tribunal de la Libre Competencia, denunciando que la organización futbolística entorpecía la libertad de la competencia al cerrar el camino del ascenso-descenso entre sus divisiones. Concretamente, el ingreso a la Primera B desde la Segunda al imponer esa elevada “cuota de ingreso”.
Veintiocho meses más tarde, derrotando a la fiera defensa que hizo la ANFP, el Tribunal decidió, el 25 de junio de 2020: condenar a la Asociación Nacional de Fútbol Profesional al pago de una multa, a beneficio fiscal, ascendente a 3.145 Unidades Tributarias Anuales; ordenar a la Asociación Nacional de Fútbol Profesional el cese del cobro de una Cuota de Incorporación de UF 24.000 como requisito para ascender a Primera B; condenar en costas a la Asociación Nacional de Fútbol Profesional por haber sido totalmente vencida.
De modo que Lautaro de Buin puede subir a Primera B sin pagar ninguna cuota. Pero tiene sus propias “yayas”. Las hicieron ver San Felipe y Fernández Vial: el “Toqui” recién se presentó como SADP hace 24 días y jugó estos dos últimos años sin haber cumplido ese requisito esencial. Y hay más. ¿Qué pasará esta tarde?