Unión Española y Universidad de Chile saltaron al ruedo en la segunda fase de la Copa Libertadores. Los hispanos vencieron 1-0 en Santa Laura, casi sin patear al arco, a Independiente del Valle. La U, con la repentina presencia del covid-19 en sus filas, igualó 1-1 con San Lorenzo en el Estadio Nacional.
Los rojos mostraron seis caras nuevas entre los titulares y Jorge Pellicer tuvo que incluir como primer marcador central a Juan Pablo Gómez, habitual lateral derecho. Ante un rival con recorrido internacional, ganador de la Copa Sudamericana 2019 y finalista de la Libertadores 2016, sintieron el impacto de la media hora inicial. No pasaron zozobras ante un equipo que manejaba la pelota con precisión, pero que careció de profundidad.
Se impuso gracias a un autogol, después de un córner del uruguayo Ignacio Lemmo, quien viene desde Puerto Montt. Defendió la ventaja con fiereza y tuvo en Carlos Palacios a la figura de la noche. Con su atrevimiento, la pidió siempre, se mostró para el desahogo y su gambeta —más allá de que a veces le sobró un amague— fue indescifrable para los zagueros y volantes ecuatorianos. Con seguridad son los últimos minutos del mediapunta, que también oficia de extremo, en el fútbol local. El ideal sería que permaneciera al menos un semestre para la consolidación, pero los dólares arriba de la mesa hablan fuerte.
Pellicer no escondió su pragmatismo en la rueda de prensa: estas llaves son para ganar, no corresponde ofrecer propuestas, más aún cuando el ciclo 2021 se inicia. Ir con el arco en cero a Quito es un factor que el técnico rescató. Dura prueba para un proceso que requiere un resultado trascendente luego de un pobre inicio en el retorno del entrenador a la actividad competitiva.
En el caso de Universidad de Chile, la sensación es que estaba para llevarse un botín mayor. En un primer tiempo áspero, notándose la diferencia del fútbol con y sin VAR, el conjunto de Rafael Dudamel mostró las mismas dificultades que exhibe desde que el venezolano se instaló en la banca laica. Le cuesta atacar, no se aprecian circuitos de juego, asociaciones, superioridad numérica en la zona definitiva. Se depende en exceso de la maniobra individual de algún habilidoso. Si antes era Walter Montillo, ahora el eje se sostiene en Marcelo Cañete, quien tendría que encontrar un interlocutor adecuado en Pablo Aránguiz.
A la hora de defender, los azules ratifican su solvencia. Les llegan poco, aunque en esta ocasión San Lorenzo hizo daño en un córner cabeceado por Alejandro Donatti y después en el gol de Franco di Santo, quien aprovechó una licencia de Luis del Pino Mago en la marca de Federico Gattoni, cuando Augusto Barrios quedó corto en el salto, ante el venenoso tiro libre ejecutado por el zurdo Gabriel Rojas.
En una semana en que la propiedad del club cambió en una operación de bolsa, que pone en tabla una vez más la urgente reforma al sistema de sociedades anónimas deportivas y de concesionarias de clubes, la U brindó un semblante mejor que el de la temporada 2021. Exhibe más variantes y no carga con la mochila de la tabla ponderada. Ahora visita el Nuevo Gasómetro en una parada compleja por la historia de San Lorenzo, pero no por su presente.