Si se angustia, deprime y los malos tiempos persisten, si la pandemia no se extingue y no surge la paz social ni la tranquilidad ciudadana, en ese caso, piense en el cobre, en la gran buena noticia.
Imagine el metal rojo y diga soy chileno, soy materia prima y estoy feliz.
Es su naturaleza y saque cuentas alegres, se lo puede permitir, cómo no, si está a más de cuatro dólares la libra y viene subiendo desde hace meses. Incluso los economistas hablan de 5, 6 o incluso de 7 dólares la libra, así que puede subirse al carro de los pronósticos y decir lo que se le antoje, que es lo que hace un buen economista: 9 o 10, claro que sí.
Es chileno y es materia prima, convénzase, en ningún caso elaborada o pulida.
Es chilena y es materia prima, no se amargue, es vegetal, animal y mineral.
Cuando se le nuble el ánimo, cierre los ojos y que aparezcan los cátodos de al menos 99,99% de pureza que se transan en la Bolsa de Metales de Londres.
Más ingresos, más plata para salir adelante y carreteras, puertos y tanta obra.
Cuando se desespere por el estado del país y las cosas, imagine los concentrados de cobre, que ya serán fundidos, sobre todo en China, calcule lo grande que deben ser esas fundiciones, que son un 38% del mundo.
Menos deuda pública, mejores recaudaciones y entre tanto mal, por fin, una gran noticia: el precio del cobre.
Cuando se sienta pequeño, arrugado y derrotado, sumérjase en las reservas: 200 millones de toneladas métricas, las mayores de la Tierra. Australia con 87, Estados Unidos 51 y Zambia 19, si a usted le gusta compararse, este es el momento.
Cuanto se sienta desvencijada, estropeada y pasada de moda, haga la siguiente operación, después de seguir una advertencia: hay que descubrir más cobre, porque lo hay en abundancia, pero con la actual cantidad de reservas -esos 200 millones- y a este ritmo de explotación, tendríamos cobre hasta el 2121. Hasta un siglo más.
En ese tiempo estará reducida a un par huesitos y usted a ninguno, porque es sabido que las mujeres son más resistentes, pero lo relevante es que el cobre continuará.
¿Será “Por la razón o la fuerza” la mejor frase, o acaso no es más justo: “Somos materia prima”?
Si la noche es de espanto, el día lúgubre y el futuro lo apesadumbra, no dude y acuda al sueldo de Chile, al santo patrón y a lo que nunca se acaba: un centavo más en el precio significa un ingreso de 60 millones de dólares adicionales.
Asuma el término commodity a su vocabulario, como el living room, el walk-in closet, el stress y vamos a echar un looking. Conviva con la soya, el algodón, el petróleo, la leche o el cobre. Incorpore los commodities a su existencia, hágala plena y descúbrase a sí mismo: es materia prima, tiene aguante, permanece y no se agota.
Les dejo una oración cuprífera y repleta de esperanza.
Vale con fe o sin fe.
Es para cuando lo crean necesario.
“Creo en la materia prima,
que no me abandona ni de noche de día.
Creo en la escalada alcista
y en el respiro de las arcas fiscales, siempre alicaídas.
Creo en la bonanza del metal rojo,
en el superciclo y en el auge prolongado.
Creo en el cobre, mi ángel de la guarda
y eterna compañía”.