En el fútbol chileno la realidad suele ser soslayada por sus dirigentes. Ocurre en el conflicto que ocasionó la determinación del Consejo de Presidentes, que estableció un “medio cupo” para el campeón de la Segunda División. En castellano simple, el vencedor de la tercera categoría jugará con el penúltimo de la Primera B para ver si accede al grupo de los 32 que componen la instancia mayor de la actividad, cuyo beneficio central son los dineros del grupo Turner, detentador de los derechos de televisión.
El Sindicato de Futbolistas (Sifup) está con pintura de guerra y la opción de un paro es plausible si es que no se genera una salida razonable. Mientras esto ocurre, asistimos a un hecho que se retrasó en exceso: la renovación de los planteles de Colo Colo y Universidad de Chile. Entre el empoderamiento de los camarines, la sensación de que los jugadores disponían de un derecho adquirido por sus trayectorias, títulos locales o alguna gloria internacional, los dos cuadros grandes vivieron un desgaste natural que casi los lleva al descenso.
En una conversación informal, un técnico argentino, al revisar las edades del grueso de los equipos nacionales, lanzaba una frase graciosa, pero brutal: “¡Qué manera de gustarles los caballos viejos a ustedes!”. Al observar que las principales figuras, pero ante todo los mayores contratos, estaban en futbolistas que sobrepasaban los 33 años, la conclusión era inequívoca. No es posible pelear a nivel internacional cuando no se dispone de jugadores jóvenes, en plena madurez competitiva.
Tropezar con la misma piedra es normal en esta actividad, aunque la sensatez enseña que la lección fue aprendida. Nunca más los planteles se tienen que armar al ritmo del bombo, de las redes sociales o de las presiones de algunos representantes, que lanzan medias verdades a la prensa para dejar como mequetrefes o ineptos a dirigentes o directores deportivos. Estos, ante la manipulación o el temor al conflicto de los propietarios, se inclinan frente a la demanda emocional.
No se trata de que un futbolista veterano sea desechable per se, porque aparece Luis Jiménez y voltea esta sentencia. Las excepciones no tienen que considerarse como generalidades. La experiencia muestra que los vestuarios plagados de veteranos se convierten en un desafiante espacio de poder a la autoridad deportiva o institucional si ven amenazado su lugar. Los entrenadores se van con el rótulo de fracasados y los “referentes” solo reciben daños colaterales.
En este caso la madurez de Matías Rodríguez, Jean Beausejour o Matías Fernández muestra que no se puede echar a todos en el mismo saco. Exhibieron grandeza en el adiós y dejaron la puerta abierta, porque el fútbol siempre es de ida y vuelta.
El campeonato 2021 vivirá un nuevo ciclo. Universidad de Chile y Colo Colo cambiaron de folio, dieron vuelta la página con dolor en algunos casos, con enorme incomprensión en otros, pero era el camino. Mantener la política de los “Viejos Estandartes” era un suicidio.