A los primeros meses del período presidencial se los conoce como de “luna de miel”: las presiones son bajas, los partidarios siguen extasiados por el triunfo, la prensa más que criticar al nuevo Presidente, especula sobre el futuro del mandato, y la oposición se contiene para no parecer como malos perdedores. En este período, los mandatarios, exultantes, ponen en marcha sus agendas y proceden a los nombramientos de sus colaboradores sin mayores obstáculos.
El Presidente Biden, luego de haber emitido numerosas órdenes ejecutivas, decretos presidenciales, para desmontar una variedad de controversiales políticas de Donald Trump, comienza a experimentar las dificultades propias del cargo, antes de lo esperado. Su luna llena está menguando a gran velocidad.
Mientras los líderes mundiales han recibido a Biden con una calurosa acogida, hay evidencias de significativas resistencias a su gestión interna, incluso dentro de su partido, relativas a sus reformas migratoria y ambiental, aumento de salario mínimo, al tamaño del paquete reactivador, y hasta en nombramientos importantes que deben ser aprobados por el Senado, como es el caso de la dirección del presupuesto.
Considerando el precario control del Senado por los demócratas, cuya mayoría depende del voto decisorio de la vicepresidenta Kamala Harris, con solo un senador de ese partido que se oponga, fracasa o queda sujeto a negociación el correspondiente proyecto de ley o la eventual nominación. Ya se sabe que el senador demócrata Joe Manchin no apoyará varias iniciativas de Biden que considera promueven los sectores de izquierda. Es posible que otros legisladores de su bancada se sumen, y son fuertes los indicios de que la polarización con los republicanos dificulta seriamente la aspiración de unidad y el funcionamiento del bipartidismo pretendido por el Presidente en su discurso inaugural.
Para complicar más el panorama, Trump volverá a emerger este fin de semana, a pesar de su creciente rechazo según las encuestas de opinión y de su doble derrota en la Corte Suprema, que determinó no intervenir en las infundadas denuncias de fraude en los resultados electorales, y en una segunda decisión, lo obligó a entregar sus declaraciones de impuestos a la Fiscalía de Nueva York, en la investigación en curso sobre el cumplimiento de sus obligaciones tributarias.
Este domingo Donald Trump, después de cinco semanas en silencio, será el principal orador en la Conferencia del Comité Conservador de Acción Política, anticipándose que recibirá un fuerte apoyo de la concurrencia, relanzando su candidatura presidencial para el 2024, luego de pronunciar, seguramente, un agresivo discurso en contra del Presidente y su administración. Lo probable es que Biden hará lo posible por evitar entrar en polémica con su predecesor, cuyo juicio político demoró la puesta en marcha de su agenda en una etapa importante de su período presidencial.
Biden, a poco más de un mes en el cargo, parecería que tendrá una luna de miel más breve de la esperada.