Otra vez el cine rumano. Ahora, desde un costado más experimental. Esta película trabaja con dos registros. Primero, dos piezas teatrales –“La cerca” y “El alumno”– escritas por Gianina Carbonariu sobre la base de los archivos de la Securitate. Segundo, numerosos fragmentos de programas de televisión y documentales del régimen de Nicolae Ceaucescu.
La parte teatral representa, con diferentes actores y en seis escenarios altamente estilizados –en el estilo del “teatro épico” de Brecht–, el caso del adolescente Mugur Calinescu, acusado como el autor de rayados “subversivos” en distintos muros de la ciudad de Botosani, en septiembre de 1981. Los materiales que se declaman son las actas policiales, declaraciones y grabaciones clandestinas con las que Mugur fue capturado, textos que tienen todos los ingredientes ridículos e intimidantes de la burocracia política de un régimen totalitario. Mugur y todo su entorno fueron vigilados, asediados y estudiados por la Securitate por meses y años, con decenas de agentes cumpliendo la rutina de seguir sus pasos y escuchar sus conversaciones privadas.
Después de cada declaración, en Letra mayúscula se inserta un fragmento de un show de TV, un noticiero o un documental sobre la vida en esa Rumania. En principio, es un recurso satírico simple, un montaje con el que se construyó, precisamente, mucha de la propaganda soviética. Cualquier régimen político, contrastado con su TV, resultará siempre ridículo, cínico e irrisorio. Y así opera esta película en una primera parte, donde la exaltación patriótica y la adoración a Ceaucescu resultan hilarantes.
Pero después de un rato, la acumulación y el contraste empiezan a funcionar de otra manera: emerge poco a poco el retrato de una sociedad amable e ingenua, seducida no solo por la propaganda, sino sobre todo por la ilusión de vivir en un modelo mejor que todo el resto. En paralelo, están siempre presentes la idolatría dictatorial, el totalitarismo, la alienación colectiva. La metonimia produce su efecto: el proceso contra Mugur adquiere un dramatismo de otra escala en el contraste con la Rumania alegre y orgullosa que proclama la TV. El cineasta Radu Jude cae muy pocas veces en la trampa de responder al absurdo del proceso con las imágenes de archivo; deja que el contraste emerja por sí solo.
Al fin, el tipo de denuncia que propone
Letra mayúscula no es enteramente diferente del que puede ofrecer el realismo político. Es otra forma de abordar el mismo problema, pero supone un esfuerzo de indagación que ha de ser mucho más profundo.
TIPOGRAFIC MAJUSCULDirección: Radu Jude.
Con: Serban Pavlu, Alexandru Potocean, Ioana Iacob, Doru Catanescu, Bogdan Zamfir, Constantin Dogioiu, Serban Lazarovici.
128 minutos.
En MUBI