¿Qué se enseña en una escuela de Arquitectura? ¿Cuáles son las escalas de sus ámbitos de acción? ¿Qué distingue a la Arquitectura de la Construcción? Como disciplina académica y profesional distinta de la ingeniería o del arte de construir, la Arquitectura es relativamente moderna y se explica por la especialización del conocimiento a partir del movimiento enciclopedista de la Ilustración, la consolidación del método científico y las demandas de la Revolución Industrial. Las primeras academias europeas dedicadas a su enseñanza específica aparecieron hacia fines del s. XVIII y un siglo más tarde ya existían por todo el mundo; la escuela de la Universidad de Chile fue fundada en 1849 y la de la Universidad Católica, en 1894.
La construcción es el vehículo del diseño arquitectónico, pues materializa las voluntades espaciales y sensoriales que intentan satisfacer aquellos requisitos físicos y metafísicos de la existencia humana y, por lo tanto, el conocimiento sobre la construcción es una condición para el ejercicio de la arquitectura. Pero, del mismo modo, no cualquier construcción presta una utilidad a las funciones de la vida (aquello que llamamos el “programa arquitectónico”), de manera que el edificio por sí solo, por firme que sea, no basta. Mientras que el programa puede ser interpretado con libertad idiosincrática y temporal, los elementos constructivos de la arquitectura sí tienen un origen atávico y han sido verificados y perfeccionados de manera empírica a lo largo de la historia. Por “elementos” nos referimos a los dispositivos típicos de la edificación, con funciones específicas y prácticas, cuya combinatoria constituye el repertorio formal de todo edificio. Entre estos elementos se incluyen puertas, ventanas, escaleras, rampas, corredores, balcones, chimeneas, baños, cocinas, muros, tabiques, revestimientos, pavimentos, cielos y cubiertas.
Tal como se enseñan las teorías del color en la plástica y de la armonía en la música, silabarios básicos que preceden el acto de la libre composición, la Arquitectura exige conocer el inventario histórico de los múltiples elementos que componen una obra. Al abordarlos, se debe discernir la magnitud y el destino del proyecto, los usos domésticos y los públicos, los requisitos físicos de espacios interiores y exteriores, condiciones que demandan distintas materialidades, dimensiones y juicios. A falta de un consenso universal sobre la mejor manera de transmitir el conocimiento arquitectónico –un debate clásico por lo demás–, sí existe acuerdo en que el punto de partida imprescindible es la comprensión de todo lo que la humanidad ha logrado resolver hasta ahora. En otras palabras, la enseñanza de la Arquitectura es el estudio de la Historia.