Cuando Universidad Católica trajo a sus filas en 1949 a José Manuel Moreno destinando a su transferencia un millón y medio de pesos, una cantidad enorme para la época, se criticó el gasto. El club respondió: “Se pagará solo”. Como se sabe, se pagó solo. Y sobró. Fue, en rigor, una inversión. Que dio buenos dividendos, empezando por el título de ese año, con un plantel que aportaría nuevos jugadores y nueva banca al seleccionado nacional.
El caso del “Charro” es ilustrativo porque en esos años aún no se hablaba de “fútbol empresa” ni de “fútbol espectáculo” ni de la “industria del fútbol” y menos de “sociedades anónimas deportivas profesionales”. Esto no significa necesariamente que fueran tiempos románticos, no, se jugaba por plata y en casos por mucha plata.
Lo que pasa es que el fútbol ha sido, entonces como hoy, un espectáculo y los jugadores son, como tituló una antigua enciclopedia, “Artistas del Balón”. Muchos más bien “chuzos”, pero todos artistas al fin. Y es por eso que resultan tan discutibles los reclamos de sus sindicatos que buscan ser reconocidos como “trabajadores como cualquier otro”. No lo son, al menos no “como cualquier otro”. Tengo presente los tiempos en que Mario Moreno (el “Superclase”) señalaba que debían ser considerados “empleados particulares”, pues su labor era principalmente intelectual antes que física.
Estas líneas nos guían hacia el titular deportivo principal de las últimas horas: los ingresos de Lionel Messi en el Barcelona. Según denuncian algunos, ese gasto llevará a la institución “culé” a la quiebra. Puede ser, pero ¿es un gasto o una inversión?, como en el caso del “Charro” Moreno.
Se habla de más de 300 millones de pesos chilenos al día. Escucharlo suena escandaloso. Leerlo parece inmoral. Y póngale más adjetivos: obsceno, monstruoso, indecente. ¿Será tan obsceno y escandaloso como lo que el club gana con Messi en su plantilla? Venta de camisetas, pantalones, medias, salidas de cancha, brazaletes de capitán. Todo con producciones especiales para los clásicos y para adultos y niños, para damas y varones. Para bebés de 3 a 6 meses en adelante. Una camiseta vale unos 75 mil pesos, pero la “10” de Messi cuesta sobre 140 mil. Sí, pues, es el plus del jugador de los goles y los récords.
Eso es solo una parte. Además está cotización deportiva del club que suma a 150 mil socios-propietarios y estadio con cupo para 105 mil espectadores.
Todo es gigantesco.
¿Qué hacemos con eso? ¿Poner límites a lo que parece obsceno y monstruoso? ¿Qué límite: 10 millones de pesos chilenos diarios, 1.000 pesos semanales, un sueldo de un diputado chileno cada dos meses? ¿Qué es lo moralmente aceptable? ¿Existe una medición moral de los ingresos de los futbolistas? ¿Y los demás artistas: cantantes populares, actrices y actores, pintores, escultores, ceramistas?
Solo puedo comentar lo que he comentado siempre: no me preocupan los ricos, allá ellos con sus fortunas y su miedo a perderlas, me preocupan los pobres y su miedo a la miseria.