No hay que ser irrespetuoso, pero digamos las cosas como son: El Pelado estaba entrenando a Los Terremotos de San José, que no es de la Región de Atacama, porque a lo mejor alguien se confundió por la tragedia de la mina, pero no, ese equipo no es chileno y el mencionado como El Pelado es un técnico argentino, Matías Almeyda, que sería el próximo entrenador de la selección de Chile.
¿Cómo se llegó hasta acá?
No es fácil saberlo y sería bueno entender el proceso de búsqueda y selección, no solo para comprender la elección de Almeyda, sino también el descarte de un entrenador chileno.
San Jose Earthquakes juega en la MLS, en la Mayor League Soccer, el campeonato de Estados Unidos, donde se practica fútbol profesional, pero de segunda línea, aunque Almeyda quizás lo matiza, un torneo MLS, parte Oeste, donde su equipo es el octavo entre 12.
Almeyda anda por los 47 años y tuvo el mérito, como técnico, de sacar a River Plate del Ascenso, repitió la gracia con Banfield, luego triunfó con varias copas para Guadalajara y después recaló en EE.UU. y Los Terremotos de San José.
Su mayor torneo internacional fue el 2018, campeón con las Chivas de Guadalajara en la Concacaf, tras derrotar a un equipo de República Dominica, dos de Estados Unidos y a Toronto de Canadá.
Debe ser el entrenador extranjero que con menos trayectoria llega a la selección, por lo tanto y en consecuencia, sus méritos deben extenderse a otras zonas.
¿Bueno en urgencias, por lo que hizo con River, sacarlo de inmediato del Ascenso, por eso lo trajeron? ¿En eso están pensando?
¿Bueno para hablar de samurái y honor guerrero? ¿En eso están pensando: en los dibujos animados?
En algunos programas deportivos se exhiben imágenes de sus arengas motivadoras, con frases del tipo “nada es imposible” y las variantes de la familia los está mirando, van a quedar en la historia y son un grupo humano maravilloso.
Esta presunta virtud, entre gente tan curtida como Arturo Vidal, Gary Medel, Mauricio Isla, Claudio Bravo o Alexis Sánchez, en vez de relevante, se escucha innecesaria y algo ridícula.
Y más aún cuando las preferencias eran por un entrenador chileno, que en otras circunstancias no se veía posible, pero sí en las actuales, donde la generación dorada, después del Mundial, con o sin clasificación, prepara su regreso y un capítulo final en clubes chilenos. En el relato de jugadores pródigos que retornan, para esta etapa de sus vidas, quizás nada mejor que la compañía de un compatriota y no el discurso clase “Corazón valiente” de un extranjero. La generación dorada no va de ida, viene de vuelta.
La ANFP, sin embargo, tuvo sus razones, y sería pedagógico que las explicaran y muy bien, sin lugares comunes ni frases hechas.
Después de todo lo que ha pasado, si eso no se realiza, el riesgo es evidente: le quitan respeto al cargo de entrenador de la selección de Chile.