De un tiempo a esta parte, la frase “tienes que ver esta serie” ha mutado en “la mejor serie que nadie está viendo”: de la necesidad de estar al día y no quedar atrás con los programas que la llevan, pasamos a una sobrepoblación tal de material que, salvo algunos títulos de consenso –como la reciente Gambito de dama–, el resto de lo que aparece en los listados de
streaming solo parece estar ahí para hacer bulto; un ícono más sobre el cual hacer scroll con el control remoto, sin importar su urgencia, novedad o calidad.
En esas condiciones es que, por ahora, se encuentra The Expanse.
Alojada en estos días por Amazon Prime, después de su debut en el canal estadounidense SyFy y una fugaz pasada por Netflix, la serie de ciencia ficción finaliza este miércoles su quinta temporada en medio de las alabanzas habituales de los especialistas del género y la indiferencia generalizada de casi todo el resto: The Expanse nunca ha reventado las redes, no hay artículos que la comenten capítulo a capítulo, no figura multinominada en las entregas de premios, y sin embargo superó la temida barrera de los cincuenta episodios en momentos donde hasta los superéxitos tienen que conformarse con menos. Hace unas semanas, Amazon Studios confirmó que regresará por una sexta y última entrega, pese a que nunca ha querido revelar sus costos de producción (que se calculan altísimos), ni las pérdidas que le causa mantenerla en circulación. ¿Por qué tanta paciencia y persistencia con ella?
Tal vez la clave radique en su fascinante premisa. Estamos en el siglo 27 y hace mucho que una exhausta y polucionada Tierra colonizó la Luna y se lanzó hacia Marte; ambos planetas, de hecho, han derivado hacia una cruda competencia por el poder, mientras desplazan sus intereses a la “nueva frontera”: el Cinturón de Asteroides y su inmensa riqueza mineral, explotada hasta ahora por cientos de miles de colonos que carecen de organización central. ¿Les suena familiar? Guerra Fría, carrera armamentista, colonización, refugiados. La sucesión de novelas que dio origen a la serie –escritas por James A. Corey, seudónimo del dúo de Ty Frank y Daniel Abraham– condensa buena parte de las obsesiones que nos han mantenido ocupados por 150 años, conscientes de nuestra tendencia a la circularidad histórica y la pasión por volver a tropezarse, ahí donde antes nos estrellamos; pero agrega algo más: un equivalente del fuego, de la rueda, el vapor o la energía atómica. La protomolécula. Un elemento en extremo maleable e inestable, con la potencialidad de proporcionar a estos ambiciosos humanos la chance de emprender la siguiente “expansión”. Si esta será científica, industrial, geopolítica o creativa, dependerá de quien logre echarle el guante a ese nuevo objeto del deseo. Y los que la buscan, claro, rara vez son altruistas.
A lo largo de los años, The Expanse se ha regodeado en tramas adictivas, de esas que te obligan a poner play en el siguiente capítulo y en el siguiente, aportando imágenes colosales –la más inolvidable, quizás, ese inmenso y demencial crucero construido por mormones; una suerte de iglesia espacial diseñada para convertir nuevos creyentes hasta el confín de las estrellas– y, de paso, ha conseguido transmitir con particular realismo los riesgos, desafíos y horrores del errar por el vacío del espacio. La casi totalidad de las aventuras competen a la tripulación del Rocinante, una nave de guerra marciana reconvertida en carguero multipropósito, que –aunque capitaneado por James Holden, el héroe blanco y terrestre de rigor–, poco recuerda esos liderazgos masculinos e imperiales que en su tiempo nadie le cuestionó a Star Trek o Star Wars. En realidad, el impulso aquí parece ser el contrario, ya que de poco le sirve a Holden posar como líder: quienes se encaraman en las estrellas están condenados a ser forasteros, donde quiera que vayan. Algo similar parece ocurrir con su homólogo: la ambiciosa y cerebral Chrisjen Avasarala, diplomática de unas Naciones Unidas consolidada como poder planetario, pero que sistemáticamente la trata como una amenaza en sus filas. Acaso la mirada más frontal de esta temporada sea la de Amos Burton, tripulante del Roci, exsoldado y buscavidas, quien regresa a la tierra tras años de periplo estelar. Lo que se despliega antes sus ojos ya no es hogar ni refugio; es solo otro planeta, otra estación de paso, a la que llegas y luego te vas.
THE EXPANSE
(Estados Unidos, 2015-2021). Creada por Mark Fergus y Hawk Otsby. Cinco temporadas. Disponible en Amazon Prime