50 artistas, 50 obras a partir de una misma canción (“Los momentos”, de Eduardo Gatti). Es la exhibición colectiva que ofreció de manera presencial hasta el viernes la Corporación Cultural de Las Condes (está disponible un recorrido virtual en 360° en el sitio Culturallascondes.cl). Sobre la base del empleo mayoritario de técnicas mixtas con aportes pictóricos capitales, el nivel de calidad bastante parejo alcanzado por ella no deja de sorprender. Los muy diversos autores, casi todos nombres conocidos, en general tienden a reiterar sus propuestas habituales. No obstante, algunos hasta llegan a superarlas. Es, en primer término, el caso de Nury González. Nos entrega un trabajo especialmente hermoso, de genuina sobriedad, transido de una recia melancolía y donde el instinto gráfico unifica telas, bordado, texto, toques de un color. También Carolina Edwards emprende vuelo mediante la naturalidad de su minimalismo y del acorde cromático más feliz. Otra expositora destacada, Catalina Prado, metamorfosea con un audaz rectángulo alargado su imagen reconocible, en medio de una saturación de dorados. Por su parte, Mario Toral se hace admirar a través de un aporte perteneciente a su gran época creadora. Y si de gráfica de primera categoría se trata, Guillermo Núñez proporciona una personal integración de figuras y escrito que interpretan, fogosos, un hecho histórico nacional.
En cuanto a Paz Lira, fiel a su eficaz verba habitual, muestra un par de objetos desechados —capachos para cosecha, acaso—, cuyo fuerte deterioro emerge como símbolo probable de despojo. Bruna Truffa otorga, en pos de la tercera dimensión, un nuevo episodio, a su característica mujer a cuerda —ella misma—, incluyendo la confesión entrañable de una otrora trenza azabache. Mientras tanto, Francisca Sutil desarrolla una de sus series de huellas negras sobre la blancura del vacío y dentro de un dinámico ritmo geométrico. Arriesgada composición e imagen de raíz pop conforman el esmaltado tondo de Malú Stewart, mientras Benjamín Lira recurre a uno de sus típicos perfiles masculinos, también dispuesto sobre un despliegue de círculos concéntricos.
Entretanto, si innegables frescor y exuberancia emanan de las imaginerías parecidas de Totoy Zamudio y de Catalina Abbott, Fernanda Levine muestra una bien pintada acuarela de atractiva vitalidad. Al bonito paisaje al óleo de Loreto Enríquez quizá le hizo falta calibrar con mayor perfección la sucesión de sus planos. Eliana Simonetti, a su vez, propone un denso tapiz constituido por sucesiones de telas mórbidas y de coloraciones armoniosas. La superposición de material en Ángela Wilson, en cambio, provoca un dramático juego abstracto de transparencias.
Entre los nombres flamantes habría que resaltar a dos artistas que interesan, Antonella Gallegos e Yto Aranda. Así, eminentemente gráfica, la primera consigue hacer vibrar una conjunción de imágenes que van desde la abstracción a la figura bien reconocible; además, la sombra benéfica de Balmes pareciera divisarse. Por último, respecto al segundo expositor, su pintura sabe adquirir el aspecto de colorida tapicería con el fin de mostrar, en gris, una pareja protagónica amorosa y kitsch.
En otra muestra, por intermedio de un imaginativo montaje al aire libre, Tomás Munita exhibió un conjunto de amplias fotografías con color. La Patagonia, sus vastedades espaciales y sus moradores resultan los personajes. Dejan ver un manejo certero del intermediario: adecuada composición, enfoques certeros, limpios contrastes luminosos, a los que se suma la gracia de identificar con sus nombres respectivos a cada hombre rescatado por la lente.
50 momentos, una canción
Original propuesta en torno a una canción emblemática.
PATAGONIA
Atrayentes fotografías de Tomás Munita
Lugar: Recorrido virtual en 360° en Culturallascondes.cl