El Tribunal Constitucional acogió el requerimiento del Gobierno contra el proyecto de reforma constitucional del segundo retiro del 10%, con el voto dirimente de su presidenta. Bastó esto para que opositores rechazaran indignados esa decisión. Matías Walker declaró: “Me parece muy compleja la decisión que ha tomado el Tribunal Constitucional, nuevamente con el voto dirimente de la presidenta, María Luisa Brahm, quien fuera jefa del grupo de asesores de la primera administración del Presidente Piñera”.
Estas críticas son injustas. El voto dirimente del presidente del Tribunal existe en Chile desde 1981, a pesar de que en la conformación original el número de ministros era impar. Cuando se ajustó la ley orgánica a la reforma de 2005, a sabiendas de que por ser par el número de sus integrantes los empates iban a ser más frecuentes, se mantuvo el voto dirimente y solo se lo excluyó para las inaplicabilidades e inconstitucionalidades de preceptos legales.
El voto dirimente no es algo inédito o exótico. Existe en los tribunales constitucionales español y peruano. También se contempla para igualdad de votos en órganos colegiados políticos. En el Reino Unido, el Speaker tiene voto dirimente en caso de empate en la House of Commons según la Speaker Denison's Rule y este casting vote fue usado por John Bercow el 2019 para dirimir un empate de 310 vs. 310, votando en contra de una normativa sobre el Brexit. En estos días, la disputa por los senadores de Georgia ha suscitado gran ansiedad porque los demócratas podrían conseguir 50 senadores, con lo que empatarían con los 50 republicanos y, según la Constitución, el voto dirimente lo tiene la presidenta del Senado, Kamala Harris.
Enseguida, hay que señalar que María Luisa Brahm es una abogada altamente competente, que ha dedicado toda su vida al estudio de políticas y proyectos legislativos. Su trayectoria en el servicio público, incluida su experiencia como jefa del 2º piso en el primer gobierno de Piñera, resulta muy valiosa en un Tribunal que no puede estar integrado solo por académicos y constitucionalistas teóricos.
Nunca estuve de acuerdo con las críticas que se hicieron —incluso por columnistas afines a la derecha— cuando fue elegida como presidenta del Tribunal, en el sentido de que su cercanía con Piñera restaría independencia a dicho órgano. Brahm tiene méritos más que suficientes para que si sus colegas ministros así lo decidían asumiera la presidencia. Se trata de una mujer con fuerte personalidad, de carácter enérgico y franco, que no va a ir contra sus convicciones por congraciarse con el Presidente de la República. Ella, más que cualquiera, y así lo ha demostrado, cumple ese “deber de ingratitud” que se exige a los jueces nombrados por una autoridad a la que luego deben juzgar o controlar.
Por lo demás, el voto dirimente de empate es un mecanismo del que todos los presidentes del Tribunal han hecho uso. Carlos Carmona, que como se sabe trabajó en la Segpres en los gobiernos de Frei, Lagos y Bachelet, siendo esta la que lo nombró como ministro, hizo uso 28 veces de esa prerrogativa, lo que no desmerece en nada su nivel intelectual y su excelencia académica. Pero no recuerdo que se haya producido el mismo revuelo cuando ejerció su voto dirimente para rechazar 5 de 6 impugnaciones constitucionales que se hicieron al proyecto de ley de la Presidenta Bachelet, que terminó con la selección y el lucro en la educación básica y media.
El voto dirimente de María Luisa Brahm debe juzgarse según las razones jurídicas de la sentencia redactada por Iván Aróstica, que contrasta por su claridad y concisión con el voto disidente redactado por los ministros García, Pozo, Silva y Pica. Esta disidencia, además de su excesiva extensión, resulta confusa, hace afirmaciones sin fundamentos, es inconsistente sobre los límites del poder constituyente derivado e incluso se permite imputar falta de rigor técnico a la sentencia, cuando se trata solamente de diferencias de interpretación de antecedentes históricos, jurisprudenciales y doctrinales.
Podrán criticarse los argumentos de la sentencia, pero no descalificar el voto dirimente de la presidenta Brahm por una supuesta amistad obsecuente entre ella y Piñera.