El interesantísimo reportaje publicado el 19 de diciembre en Revista del Sábado sobre el colegio Blest Gana de San Ramón pone una nota de optimismo al comenzar este año. La pedagogía de sus profesores se centra personalizadamente en sus alumnos, motivándolos mediante el empleo de las nuevas tecnologías, de modo que estos puedan descubrir horizontes amplios que den cabida a sus deseos y ambiciones para el futuro, junto con alcanzar su formación como personas. Así superan el carácter frío, ajeno y alejado del mundo de aquellos estudiantes que caracteriza a los planes de estudio utilitaristas. Constituye un ejemplo destacado de cómo un pequeño grupo, actuando en el medio que le es propio, hace un aporte grande a la sociedad.
En contraste, las noticias que llenan los titulares muestran un país desarticulado, principalmente porque desde hace ya muchos años nadie reconoce cuál es su medio propio para actuar y la tarea para beneficio del país que le corresponde, lo que nos ha debilitado espiritualmente hasta parecer el mundo al revés: en un año de pandemia, de crisis económica y de empleo, ha aumentado el ingreso de las personas del quintil más pobre debido a las transferencias gubernamentales, generando la paradoja de incrementar el consumo; se ha permitido y fomentado gastar festivamente los ahorros previsionales hipotecando la vejez; los centros comerciales repletos, y los lugares de reflexión: colegios, universidades, iglesias, funerales con restricción para actividades presenciales. Este debilitamiento anímico refuerza la expresión de nuestro ser mestizo que, negado por siglos, se manifiesta fuerte y algazaradamente presentista y demoledor de futuro.
Los políticos destacan con su crítica pequeña y persistente para neutralizar y demoler cualquier acción de gobierno, en beneficio del populismo del que esperan beneficiarse. Dividen al país en bandos contrapuestos y sin posibilidad de concordar caminos de futuro exaltándose cada uno como el bueno y demonizando a los otros, contradiciendo los discursos en favor de acuerdos para redactar la Constitución.
Brillan también los delincuentes para quienes el Estado de Derecho es la ley del más fuerte, con lo que arrinconan a la población contrayéndola a su entorno más inmediato, más aún que las cuarentenas.
Frente a estos desarreglos, el colegio Blest Gana nos muestra un camino fructífero para tomar el rumbo que requerimos como sociedad e iniciar el año con una esperanza de largo plazo.