Iniciamos un año cuyas preselectivas son muy inestables en materia política, sanitaria, económica y social. Como indican las últimas cifras, la pandemia está volviendo con mucha fuerza y coloca los esfuerzos del conjunto de la sociedad en primer lugar para enfrentarla y erradicarla. Quisiera poner énfasis, en consecuencia, en clave política y societal, en la unidad.
En clave política y situado desde la oposición, la unidad va a ser el factor clave para enfrentar con éxito los 7 desafíos electorales de este año que se inicia. Lo que tenemos son 4 elecciones el 11 de abril de este año: se eligen por primera vez en la historia gobernadores regionales en las 16 regiones; se eligen por primera vez en la historia 155 constituyentes en paridad de género y con la incorporación de 17 de estos provenientes de pueblos originarios; se eligen alcaldes y alcaldesas para el próximo periodo de 4 años y, finalmente, se eligen concejales y concejalas para el mismo periodo. Así mismo, en noviembre de este año, se renueva la totalidad de la Cámara de Diputados y la mitad del Senado, así como la elección de los consejeros regionales. Finalmente, se cierra el año con la elección del próximo Presidente de la República en primera y segunda vuelta. Este desafío enorme reseñado nos encuentra a las oposiciones aún fracturadas y sin perspectiva política razonable de unidad. Lo anterior, particularmente en el caso de la Convención Constituyente puede reflejar una derrota estratégica de las fuerzas progresistas, un aumento considerable de la desvinculación entre un segmento importantísimo de la sociedad que busca transformaciones sustantivas y las direcciones políticas responsables de traducirlas en una Nueva Constitución y en la legislación futura que acompañe estos cambios. Contra el clamor ciudadano opositor y contra toda evidencia electoral, estamos a una semana de que el objetivo de la unidad se frustre.
Exclusiones mutuas, lecturas electorales voluntaristas, prioridades partidarias sobre el bien superior diagnostican el fracaso. Por última vez y quizá por enésima vez, llamo a las oposiciones a abandonar todo sectarismo, exclusión y ceguera electoral con el objetivo esencial de lograr en la Convención Constituyente la presentación de una sola lista.
La importancia de la unidad opositora además está en las otras elecciones mencionadas donde quizá la elección más predictiva de la actual correlación de fuerzas se aprecie en la elección de los futuros gobernadores regionales. Hasta este minuto y también quedando solo una semana para la inscripción legal, no existe unidad para competir democráticamente con la derecha en las 16 regiones del país, augurando, si persiste esta miopía política, un desastre de proporciones para las oposiciones en dicho evento electoral, que tendrá su efecto en la subjetividad de los estados de ánimo ciudadano para los próximas contiendas electorales. Así mismo en este caso como en la elección de alcaldes y alcaldesas, se podría estar enfrentando una frustración ciudadana significativa, considerando que estas elecciones se perderían no por ser minorías sino que por constituir mayorías que al ir divididas pierden la elección.
La segunda clave unitaria para este año es cómo enfrentamos la crisis sanitaria y sus efectos económicos y sociales. Las oposiciones, la derecha, el Gobierno, el movimiento social y la sociedad civil debemos enfrentar unidos este desafío. La situación de este año puede ser igual o de mayor dureza que el año que abandonamos y ya se está apreciando en materia sanitaria, pero en lo económico y social, más allá del eventual rebote en el crecimiento, nos enfrentará a una situación social extremadamente difícil. A manera de ejemplo, iniciamos el año con 1.200.000 desempleados, de los cuales un poco más de medio millón está utilizando el subsidio de cesantía, y con 8 millones de chilenas y chilenos que sobreviven con la última cuota, diciembre, del ingreso familiar de emergencia, recordando que este es de $100.000 por persona y $400.000 para una familia de 4 individuos. Aún más grave, el Gobierno aún no dispone la mantención y proyección de este ingreso familiar de emergencia a partir de este mes y por los sucesivos meses, no obstante tener su financiamiento aprobado en el presupuesto de este año.
Las claves para el Chile del 2021 es que son tiempos de unidad: unidad en la oposición para reflejar en las elecciones la voluntad de la mayoría y unidad de todos los actores sociales y políticos para enfrentar la pandemia sanitaria y la pandemia económica y social.