Universidad Católica y Unión Española, dos de los equipos que han mostrado lo mejor en materia futbolística en esta irregular temporada 2020 del fútbol chileno, vienen exhibiendo cierta fatiga de material en las últimas fechas del torneo.
Pese a que mantienen en alto los conceptos que los han llevado a pelear las primeras posiciones, se nota tanto en cruzados como en los hispanos que están sufriendo dos circunstancias que los han hecho bajar su potencia y efectividad: no han podido disimular las bajas de algunos jugadores titulares en los últimos meses y los rivales han ido captado cómo manejarse ante criterios e idearios futbolísticos que parecen inalterables para la UC y para la Unión.
Es evidente que a las dos escuadras les hace falta una adecuación para que sus buenas propuestas terminen consolidándose en el tramo final del campeonato.
Lo de la Católica es evidente. La partida de César Pinares al fútbol brasileño obligaba a hacer modificaciones mayores en la estructura cruzada. Jugando por el sector derecho de la zona creativa, el zurdo le entregaba al equipo no solo la variante de las diagonales, sino que también le daba a la UC la opción de tener un asistente de trazo largo que provocaba que los aleros pudiesen ganar varios metros en espacios abiertos y que su certero centrodelantero no solo esperara la pelota en la cabeza, sino que también un eventual rebote tras un zapatazo del volante.
La UC resolvió varios partidos así. Pero hoy esa opción precisa de juego ya no está.
Sin Pinares, y sin tener en el plantel un símil, lo lógico era que el DT Ariel Holan buscara alternativas para mover el esquema y aprovechar las otras potencialidades del plantel. No lo hizo. El entrenador optó por buscar el sustituto sin alterar el dibujo. Más que eso, sin cambiar el tipo de juego de su equipo.
La presencia sorpresiva de Lezcano abierto como volante por la derecha y las reapariciones en el primer equipo de Buonanotte no han sido hasta ahora buenas alternativas, no porque ellos no estén a la altura sino que, esencialmente, porque no se ajustan al esquema que tenía la UC con Pinares. Para decirlo derechamente, son de otra cuerda, dan alternativas diferentes (muchas de ellas muy interesantes) y pensar que ellos simplemente deben ser un clon de Pinares desnuda cierta obstinación técnica.
En Unión Española, en tanto, el problema ha sido similar aunque por otras razones. Aparte de lo que ha sufrido por las bajas por lesión del goleador Cristián Palacios, del colombiano Yulián Mejía y ahora de Misael Dávila, el equipo hispano ha mantenido en alto sus dogmas de presión alta y de juego de achique, conceptos para los cuales hay que tener no solo gran convicción, sino que alta concentración y gran estado físico.
Es un hecho que el gran mérito del DT Ronald Fuentes ha sido convencer a sus jugadores de asumir este ideario a modo de religión. Pero parece evidente que a estas alturas del torneo, donde las bajas y mermas físicas campean y los rivales ya saben a qué atenerse cuando los enfrenta, debería producirse cierto quiebre para mantener en alto el rendimiento.
Es cierto. Siempre es complicado variar modelos que prueban ser exitosos. Pero ajustar piezas y cambiar las herramientas no es signo de renuncias. Es sapiencia.