Las imágenes de aglomeraciones para compras de fin de año han generado cierto estupor. ¿Cómo es posible que en plena pandemia las personas estén dispuestas a salir masivamente a comprar? La pregunta es válida. La pandemia no está superada, y casi por definición, salir de aquí no solo requiere una vacunación masiva, sino también una actitud de cuidado personal. Después de todo, en los temas de salud pública existe una externalidad, toda vez que mis acciones pueden repercutir directamente en la salud de los demás.
Sin embargo, hay que tener cuidado con caer en el comentario liviano. Por de pronto, las cuarentenas han sido largas, y las restricciones a la movilidad pueden llegar a ser irresistibles para muchas familias que no cuentan con las comodidades de tantos que critican desde lindos salones y con la aplicación de delivery en la mano. Quizá el hastío con la soledad sea mayor que el miedo al virus.
Pero hay más, y está en las páginas 31 y 32 del último informe del Banco Central. ¿Cómo así? En promedio, los ingresos laborales este año han caído casi 6% respecto de 2019, siendo esta caída mucho más pronunciada para los quintiles de menores ingresos. En efecto, el 20% más pobre ha tenido una caída de ingresos de casi 18%, mientras que los ingresos del quintil más rico estuvieron virtualmente estancados. Sin embargo, las transferencias del Gobierno y los famosos 10% han revertido totalmente estos efectos. Sumando y restando, los recursos disponibles para las familias aumentaron un 16% en promedio respecto de 2019, y para el quintil más pobre esta cifra es superior al 40%.
Por cierto, hay mucho de espejismo en estas cifras. Las transferencias fiscales son ingresos transitorios para los hogares más pobres, ya que serán otros quienes pagarán mayores impuestos. Pero el uso de fondos de pensiones evidentemente no lo es. Más bien, se parece a financiar el consumo vendiendo los muebles de la casa.
A partir de 2016, los ingresos de las familias chilenas comenzaron a estancarse, luego de una década de alto crecimiento. Buena parte del descontento social debe tener su origen en este fenómeno. El sistema político lo intuye, y aun el grupo más radicalizado sabe que su discurso es acompañado de popularidad cuando viene junto con mayores recursos, aunque sea a costa de las jubilaciones futuras. Paradójicamente, en medio de la recesión más dura de décadas, las familias chilenas han visto crecer como nunca los pesos disponibles.
“Ustedes tendrán su dinero en Navidad tal como les prometí hace dos meses”, dijo una diputada. ¿Alguien se sorprende de que las personas hayan atiborrado los comercios para comprar regalos a sus familiares?