Coquimbo Unido le dio una alegría impensada al fútbol chileno en época de carencias y se clasificó a las semifinales de la Copa Sudamericana, instancia donde antes solo habían llegado Colo Colo, la U y la UC.
Los méritos del equipo nortino están a la vista: en la difícil llave ante Junior de Barranquilla se llevó una victoria merecida tras un gran segundo tiempo en Colombia, y en el partido de vuelta, superado y a ratos ahogado por los ataques rápidos de su rival, tuvo la capacidad de ordenarse defensivamente y disimular la casi nula influencia de su conductor Joe Abrigo a quien le cerraron todos los espacios.
Bien por Coquimbo Unido. Sin llegar a la épica o al heroísmo (calificativos tan propios de los medios) el cuadro nortino se instaló con honores entre los cuatro mejores del torneo y con la merecida ilusión de dar un golpe grande. Tenía con qué para llegar a esta instancia: un DT estudioso y criterioso como Juan José Ribera; un arquero que ataja, ataca y lidera como Matías Cano; un estilete como Abrigo; una flecha como Rubén Farfán, y un goleador oportuno como Lautaro Palacios. Nadie le regaló nada.
Pero en Coquimbo no todo es alegría. Hay también un drama instalado: en el torneo nacional, el cuadro pirata está hace rato en la zona de descenso. Inquieto.
Y en ese espacio de realidad es que en el interior del plantel coquimbano han surgido los alegatos: Coquimbo merece consideraciones por representar al fútbol chileno internacionalmente. Requiere de un calendario “amable” en la competencia interna e incluso suspensión de sus partidos para prepararse bien, luchar con las mejores armas en la arena sudamericana y, además, dar la pelea a nivel local. Es lo que dijo el portero Cano y que luego subrayó Federico Pereyra.
¿Tienen razón? ¿Debe haber consideraciones para los equipos que compiten internacionalmente? Y de ser así, ¿a partir de qué momento deben realizarse? No es fácil contestar sin caer en populismos ni en los eslogans.
Si bien el equipo que compite internacionalmente lleva la representación simbólica del fútbol del país, no compartirá con el resto las ganancias que obtenga. Serán sus méritos los que quedarán escritos.
No es todo. Los rivales de Coquimbo Unido en el torneo local pueden argumentar que éste, al clasificarse a la Sudamericana, debió tomar resguardos mínimos para no tener que pedir “favores” si es que llegaba a instancias como las que está hoy.
Los nortinos alegan que el calendario elaborado por la ANFP y la Conmebol, añadido al período de emergencia pandémica, debió establecer resguardos para evitar desacomodos, pero también es un hecho que un equipo que se esfuerza, y clasificar a un torneo internacional debe ampliar su plantel si es que quiere competir y no, simplemente, jugar y ver hasta dónde llega.
Coquimbo Unido es el único bastión que queda este final de temporada y debe convocar apoyo. Pero también debe aprender, como todos los clubes chilenos, que competir afuera es un mérito que también impone obligaciones.