Chile no es una sociedad fracasada, aunque actualmente vivimos un clima de mucha división. Hemos hecho críticas necesarias, pero ya es hora de reencontrarnos, de volver a pensar en un futuro compartido. Además de reprochar lo que está mal, también se requiere cuidar lo construido en conjunto a través de generaciones: respetar lo público, nuestro espacio común no solo físico, sino también la historia compartida, nuestros héroes, nuestra memoria histórica. Sin ella perdemos identidad y sentido de pertenencia
Zoon Politikon es un concepto creado por Aristóteles que significa “animal político” o “animal cívico”. Eso somos: seres sociales, que desde que nacemos necesitamos colaboración, o no habríamos podido subsistir. Pero el espíritu democrático no es algo innato, sino que se aprende. Es una actitud social adquirida.
Si la gran discusión actual es la calidad de nuestra democracia y el logro de mejores oportunidades para todos, es una obligación de toda la sociedad desarrollar esa esencia que permita una democracia vivida diariamente en actitudes, no solo en elecciones. Implica incorporar en la educación chilena una práctica diaria de respeto a los demás, a la comunidad.
Deberíamos hablar más de esto en foros y medios, tomando conciencia a nivel nacional, especialmente entre los políticos y quienes ostentan cargos públicos. Sería una adquisición cultural para el bien de todos. No hay buenas políticas públicas sin ciudadanos virtuosos: según Aristóteles, personas formadas para ser capaces de actuar bien de acuerdo con la recta razón y con una prudencia adquirida. Esa debería ser la esencia de una buena educación.
Las sociedades prosperan si los ciudadanos se sienten parte de algo más grande, de una patria, concepto incomprensiblemente disminuido entre nosotros. Una buena formación cívica nos ayudaría a tener sentido de trascendencia, a sentirnos parte de una misión conjunta que es Chile.
¿Es muy idealista esta visión? Tal vez, pero peor es no considerar estos temas. Nuestra sociedad cambiaría para mejor si valoráramos la gentileza, el respeto ciudadano, la conciencia cívica y el sentido de pertenencia. Debemos apreciar esos conceptos. Las transformaciones que el país requiere se pueden lograr sin luchas ni odios, sino con respeto y cariño por Chile: por nuestra patria, un concepto que debemos recuperar.