Esta semana hice una encuesta en Instagram (estoy moderno, ya le saco provecho a mi cuenta) y pregunté de qué tema debía escribir. Ganó el Frente Amplio. Yo no estaba tan seguro, pero acaté.
Es que me da pena lo que le pasa al Frente Amplio. Prometían tanto, nada menos que renovar a la izquierda chilena, con nuevas ideas y, sobre todo, con nuevos modales. Pero ese sueño se derrumba.
La cosa se hizo evidente con las renuncias en Revolución Democrática, el partido de Giorgio Jackson. Luego vino el éxodo del Partido Liberal completo, que dejó el FA.
¿Qué es esto?, se preguntó mucha gente. ¿Por qué se marchan?
Me capturó la nostalgia. Se me vino a la mente una canción muy popular en mi cocina de la infancia: “Por qué te marchas, abuelo”, de Manolo Galván. La letra es de una tristeza infinita.
“Dicen que la gente mayor sobra en todos los sitios / Mi abuelo ya sabía de esto hace mucho tiempo / Por eso un día hizo su maleta y se marchó / Quizás para no estorbar / ¿Por qué te marchas, abuelo? / ¿Por qué te marchas de casa? / Si tú te marchas, abuelo / Si tú te marchas de casa / Yo llevaré tu maleta / Y me iré donde tú vayas”.
Después de vivir mi momento “radio am” de la semana, me di cuenta de mi error. Porque no eran “los viejos” los que se iban del Frente Amplio, sino que era al revés: los jóvenes, los que de verdad soñaban con una renovación de la izquierda, eran los que se iban, porque consideraban que el FA estaba renunciando a su vocación original y se estaba añejando, aconchando en el viejo y apolillado rincón de la antigua izquierda dura y conservadora.
Entonces, ¡los que en verdad se quedaban eran los viejos!
¿Vieron la reacción de Giorgio Jackson y Gabriel Boric ante las renuncias de sus excamaradas? Dijeron que lo lógico para el Frente Amplio era aliarse al Partido Comunista. Pero eso significa traicionar a Beatriz Sánchez –a quien le deben su enorme bancada de diputados– y reemplazarla por el comunista Daniel Jadue. “How dare you!”, les diría Greta Thumberg.
Pero así son las cosas. Es triste observar el verdadero rostro del Frente Amplio, menos novedoso, menos atractivo y menos jovial de lo que creímos. Ahora uno entiende por qué sus argumentos sonaban tan conocidos (y repetidos, como “tema” de radio am).
Sin la máscara, Jackson y Boric parecen un par de ancianos, ideológicamente hablando; defendiendo ideas que están cumpliendo 200 años.
Como una epifanía, de pronto lo entendí todo. Hay en nuestra izquierda extrema un elogio deliberado a la ancianidad política, a las barbas largas y blancas de sus referentes. Ahora comprendo por qué Pamela Jiles se hace llamar “La Abuela” y habla de “los nietitos”, en vez de “los cuadros”, como se decía antes.
En ese mundo la antigüedad constituye mérito. Piensen que el presidente del PC chileno va a llegar a los 20 años como máximo jerarca de la colectividad… y todo bien.
Entonces, nuestros muchachos del Frente Amplio eran unos “niños viejos”, unos “viejos chicos”. La frescura y lozanía que irradiaban era un espejismo.
“Es que son momios”, me dice un amigo. Porque son los que de verdad no evolucionan, y siguen manteniendo las mismas consignas de hace 50 años o más.
Una pena. Quizás debí haber escrito sobre el retroceso de la RM a la fase 2. O sobre el segundo retiro del 10%. ¡Esos temas son jocosos! ¿O no?