Harley Queen es Carolina Flores, pero Carolina Flores no es Harley Queen. El proyecto vital de Carolina Flores es explotar su cuerpo en el psapel de Harley Queen (pronunciado siempre “kin”), pero no más allá de los 35 años: a su juicio, ese es el límite de sus posibilidades como
stripper. Y, aunque ella se empeña en sostener que Harley Queen es “la parte más entretenida y loca de Carolina Flores”, tampoco es evidente que sus talentos lo reflejen.
En el principio de esta película, Carolina intenta desarrollar una productora para organizar espectáculos públicos o privados junto con dos socios: un fotógrafo –que más tarde se define como nazi y practica alguna forma sincrética de budismo- y una vecina adolescente, cuyo fin es independizarse.
Carolina vive en Bajos de Mena, en uno de los estrechos departamentos erigidos en bloques en esos terrenos baldíos y periféricos. Tiene una pareja, Cristián (Cristián Donoso), panadero, trabajador y de muy pocas palabras; y una hija, Victoria (Victoria Donoso), que se las arregla para jugar en el apretado espacio interior y en las callejuelas de la población. En el pasado de Carolina hay un duelo –dos hijos muertos- que apenas se vislumbra en el desarrollo del relato.
Pero “relato” es una palabra equívoca para esta película. Como en
El pejesapo, como en
Mitómana, Sepúlveda y Adriazola siguen a Carolina, deambulan con ella, divagan y presencian sus cambios de humor, su tenacidad, su esfuerzo por conseguir alguna forma de liberación. Carolina, el fotógrafo, la adolescente, las strippers, la entrenadora, todos los protagonistas, están en busca de esa autonomía que es su modo de individuación. A diferencia de El pejesapo, Carolina quiere controlar su destino; y a diferencia de
Mitómana, tiene conciencia de sus limitaciones.
Sepúlveda y Adriazola filman sus contradicciones, pero no las subrayan (excepto, quizá, en la disrupción feminista). Registran sus estrategias de sobrevivencia, pero no las califican. Su cámara es intrusa hasta lo justo. No hay nada que diga abiertamente que el destino de Carolina está clausurado, en su condición social, en el sistema, en su propia representación del mundo; pero es visible que lo está. Harley Queen es un espectro con fecha de término, o quizá terminado antes de tiempo.
La estrategia fílmica de Sepúlveda y Adriazola, sin fronteras, sin respeto hacia los límites entre el documento y la ficción, de guerrilla, que se mete en las fisuras y al mismo tiempo acepta el grosor de la materia, devuelve una vez más una realidad fresca, sin afeites, sin otra representación que la cámara y el montaje, vibrante y al mismo tiempo misteriosa.
Harley Queen es otro hito de este cine popular con una vocación de rabioso realismo.
Dirección: José Luis Sepúlveda y Carolina Adriazola.
Con: Carolina Flores, Victoria Donoso, Cristián Donoso, Melany Soto, Rodrigo Vidal, Rubén Bravo, Carolina Briones.
100 minutos. Centroartealameda.tv