Unión La Calera mereció dar vuelta su llave ante Junior de Barranquilla y haber así alcanzado su clasificación a los cuartos de final de la Copa Sudamericana (donde se hubiese topado con Coquimbo Unido). En el partido jugado en el estadio Nicolás Chahuán, y a pesar del tempranero gol de los colombianos, los dirigidos por Juan Pablo Vojvoda sentaron su superioridad futbolística con una propuesta colectiva atractiva y una capacidad individual destacada de algunos (qué bien jugó “Chiqui” Cordero), pero carecieron de contundencia frente al arco. Al final, los penales sentenciaron la dolorosa condena calerana.
No obstante ello, el equipo de la Quinta Región logró levantarse rápido y al reengancharse en el torneo local sentenció con un 6-2 rotundo ante Everton su seria candidatura al título de este año. Es el gran rival de Universidad Católica. Unión La Calera no es ya una sorpresa. Es un equipo bien armado, con una propuesta futbolística interesante y, lo más importante, con una idea bien explicada desde la banca y mejor asumida por los jugadores, varios de los cuales están entre los mejores del torneo y algunos hasta siendo alternativas serias para integrar el plantel de la selección nacional.
Meritorio. Ello porque Unión La Calera, pese a ser un equipo que lleva años en el profesionalismo, nunca había tenido el protagonismo competitivo que goza hoy. Aparte de su gran e histórica rivalidad con los quillotanos de San Luis y un par de dignas participaciones en torneos de Primera División —quizás la más recordada la de 1971 con Manuel “El Mago” Saavedra y Elvio Porcel de Peralta como figuras— los “cementeros” solo aportaban a la bitácora del fútbol chileno nombres importantes en sus planteles a través de la historia como Elías Figueroa, Osvaldo “Pata Bendita” Castro (quizás el mejor), Héctor Díaz, Osvaldo Vargas, Juan Carlos Vera, Marco Antonio Figueroa, Alfredo “Torpedo” Núñez y Ramón Fernández, entre otros.
Pero si bien Unión La Calera hoy está escribiendo capítulos inéditos, también es preciso señalar que no todo parece estar haciéndose correctamente desde el punto de vista institucional.
La propiedad del club (correcta pero brutal forma de decirlo en épocas de sociedades anónimas) está en manos de inversionistas que han entrado en conflicto con las bases de hinchas más tradicionales al tomar decisiones polémicas como el cambio de insignia del club, lo que, obviamente, parece atentatorio para la propia historia de la institución.
No es todo. Pese a favorecerse por la incorporación de jugadores que tal vez nunca hubiesen llegado a Unión La Calera, es un hecho que el club es, para sus propietarios actuales que están en el rubro de la representación, una vitrina, un escaparate para hacer negocios rápidos, aunque ello ponga en riesgo la estabilidad competitiva del equipo.
En los últimos días, en tanto, autoridades sanitarias de la Quinta Región denunciaron una posible suplantación de identidad en el caso del examen PCR, lo que, de comprobarse judicialmente, podría generar duras sanciones no solo para los responsables directos, sino que también para el club.
Lamentable. Unión La Calera ha sido una de las buenas noticias futbolísticas del año y ha generado una atención que pocas veces había logrado desde que se asomó al fútbol rentado.
No lo vayan a echar a perder.