De niño fui a un colegio de curas. Pero los curas míos no eran del tipo “cariñoso”, por decirlo en modo metafórico. No, los míos eran del tipo rudo. Si uno se portaba bien y tenía buenas notas, no decían nada. Pero si uno se portaba mal, se iban a las manos rapidito: cachuchazo, pateadura, patillazo, reglazo.
Como yo me sentía líder en el colegio, un día encaré a un cura que abofeteó a un compañero.
“¿Por qué le pega?”, le dije. “No fue una agresión, mijo. Fue una metáfora. Una metáfora sobre la importancia de la autoridad, el orden y las consecuencias que tienen nuestras conductas”, me explicó él, mirando sobre mi cabeza como si recitara un poema o hiciera una alocución patriótica.
Creo que ese día descubrí mi vocación por las letras. Me fui a buscar en el diccionario qué era exactamente una metáfora. Y me fasciné descubriendo las figuras retóricas y su poder.
Al día siguiente fui a hablar con el cura. “La cachetada no es una metáfora sobre la autoridad. Ni siquiera sobre el autoritarismo o el abuso. Es una agresión y, en su caso, un vicio; un mal hábito que le he visto repetir demasiadas veces. Supongo que lo hace por ignorancia, o por déficit de fuerza de voluntad, porque también he visto que usted tiene un buen corazón y una genuina vocación de educar”. No lo dije de ese modo. Pero así de bonito quiero pensar que me salió.
Terminamos bien amigos con ese cura. Después se retiró de la congregación y se casó.
Me acordé de ese episodio cuando esta semana Patricia Muñoz, la defensora de la Niñez, invocó la palabra “metáfora” para explicar una acción suya que muchos sintieron como una bofetada.
Como parte de la “Campaña Derechos 2020” (que costó a los contribuyentes más de 70 millones de pesos), Patricia Muñoz autorizó un video musical donde se llama a la infancia a “saltarse todos los torniquetes”, a “continuar la lucha” y a “caminar juntos a la revolución”.
A millones de personas todavía les duele que un llamado a “saltarse los torniquetes” del metro terminó con gran parte de la red incendiada y esas millones de personas se quedaron sin transporte público durante un año.
“Era una metáfora”, dijo Patricia Muñoz, y explicó que lo que ella quería era defender los derechos de los niños, niñas y adolescentes (NNA), como dice ella.
En mi vida he tratado de cultivar mi intelecto y juro que aún no tengo demasiados problemas cognitivos. Pero no logro entender de qué manera los niños podrían mejorar sus condiciones de vida “saltándose todos los torniquetes”. Me quedó grande la metáfora.
Yo creo, más bien, y metafóricamente hablando, que los niños son el futuro de Chile. Metafóricamente hablando, lo que “sembremos” en ellos es lo que “cosecharemos” después. Es fácil adivinar lo que ocurrirá con ellos si es Patricia Muñoz la que los “riega”.
Porque desde hace ya harto tiempo nos dimos cuenta de que Patricia Muñoz —al ver el modo en que actúa en la discusión pública— parece defender sus ideas políticas y sus propios derechos, más que los de los niños. Uno sospecha que ella trata de inculcar “su lucha” personal a los niños.
Opino que dejar a Patricia Muñoz cuidando a nuestros niños es como dejar al gato cuidando la carnicería.
Y esa sí que es una metáfora.