Gran salto de calidad del básquetbol chileno en la segunda ventana de la AmeriCup, disputada en Buenos Aires el fin de semana pasado. Contra todo pronóstico, el quinteto dirigido por Cristián Santander compitió con Argentina y Venezuela.
Es cierto que los trasandinos, actuales subcampeones del mundo, presentaron un plantel joven, con solo tres mundialistas, pero nadie discutirá que un seleccionado de la Liga Nacional siempre será un grupo competente. En el caso de la Vinotinto, el entrenador argentino Fernando Duró llevó a siete mundialistas de China 2019. Chile cayó 67 a 61 con los anfitriones y a 37 segundos del final perdía 62-61. Sergio Montoya, gran estadístico del básquetbol local, recordaba que en los últimos 20 cotejos Argentina se impuso con un promedio de 32 puntos de diferencia.
Ante Venezuela se igualó a 64 y la derrota llegó después de dos suplementarios en un definitivo 86 a 77. Es distinto jugar con internos de 2,08 metros, como Nicolás Carvacho y Manuel Suárez, en un plantel que promedia 1,94 m y 25 años, sin olvidar que Santander no dispuso de Sebastián Herrera, Felipe Haase y Maxwell Lorca. Luego de décadas se jugó mano a mano, con la mirada en los Juegos Panamericanos de Santiago 2023. Nuestro baloncesto requiere este tipo de exigencias, porque en el cierre hay que defender duro y atacar contra el reloj, pero ante todo con una presión desconocida.
Sería una excelente señal que el Estado apoyara la postulación de Chile para la burbuja de febrero, cuando se resolverán los clasificados al torneo. Si se hizo con el fútbol, en las eliminatorias a Qatar y en las copas Libertadores y Sudamericana, no es un despropósito con el básquetbol. Se movería, además, la castigada industria hotelera y gastronómica.
En el fútbol, es saludable que dos cuadros locales alcancen los cuartos de final de la Copa Sudamericana. Notable lo de Coquimbo Unido, que fue a ganar a Sport Huancayo en Lima (2-0) en una muestra de concentración y fibra. Se nota la mano de Juan José Ribera, que recibió un equipo derruido y lo levantó tal como hizo en su momento con Audax Italiano, casi condenado al descenso en 2018.
Universidad Católica pasó frente a River Plate de Montevideo, pero sufrió en San Carlos de Apoquindo. Se ratificó que los equipos uruguayos, más aún con un entrenador con el oficio de Jorge Fossati, nunca están muertos. La UC ofreció la peor actuación desde que llegó Ariel Holan. En la gestación nunca prevaleció. Ahora viene Vélez Sarsfield, un escalón relevante, en una llave cerrada.
La semana cierra con una denuncia de suma gravedad. Unión La Calera fue acusada ante la autoridad sanitaria de suplantar un jugador en los exámenes de PCR. La información, proporcionada por El Mercurio de Valparaíso, de comprobarse, se transforma en uno de los mayores escándalos del fútbol chileno. En rigor, la figura del engaño se empareja con la felonía del Maracaná en 1989, porque pone en jaque a toda la actividad. Si la autoridad sanitaria y el Ministerio Público acredita el engaño, las penas tienen que ser lapidarias: la pérdida de la categoría sería proporcional al daño causado. Cuando el mundo sufre la mayor pandemia en un siglo, un grupo de vivos demostraría que no tiene Dios ni ley.