Las claves son un problema porque las piden cada vez más intrincadas y complejas, pero igual se olvidan con facilidad.
En cada persona existe un promedio de 25 y algunas se guardan, pero otras no, por desconfianza, temor al hacker o el riesgo del cibercrimen, entonces se conservan en la memoria y por eso se borran y confunden.
El mundo digital es exigente. Hoy 25 en promedio, mañana 30 y en un par de años, al menos, 50 por cada uno de nosotros.
Ya se superó la edad primaria, es decir, colocar fechas de cumpleaños o aniversarios y también variantes numéricas del tipo 123456 o la mezcla Bond007. Lo mismo aconteceres históricos: 1191973, 5101988 o la más reciente y, por tanto, relativa: 15112019.
Es necesario robustecerlas y, por tanto, incorporar números y símbolos, o bien una sazón aleatoria de letras mayúscula y minúsculas. Y no solo de seis caracteres, mejor de ocho o incluso de once y más.
Aceptando lo anterior, la siguiente pregunta es acuciante y obvia: ¿cómo mantener vivas esas combinaciones abstrusas, inventos negros y composiciones inasequibles, que por precaución mantengo en la caja fuerte de mi memoria, y su única copia es mi recuerdo?
¡Tengo la solución!
Vamos a una imagen popular que quedó en la memoria colectiva: el dedo de Ricardo Lagos. Entonces escriba lo siguiente: “El dedo de Ricardo Lagos Escobar que fue Presidente de la República”. Su clave son las primeras letras y combina altas con baja, y empiece siempre con mayúscula, eso sí: EddRLEqfPdlR. Esa clave, se lo aseguro, jamás se la descubren.
Pero lo mejor son las canciones.
Los Prisioneros y “El baile de los que sobran”. Letra: “Es otra noche más de caminar. Es otro fin de mes sin novedad”. Ahí está la clave: EonmdcEofdmsn.
Las canciones son eternas y jamás saldrán de su memoria y menos de su ensueño. En otros términos, recordar una clave no será un calvario de sufrimiento y burocracia, sino un placer sentimental y estético. A veces nostálgico y en ocasiones electrizante.
Si es adulto mayor y en 1988 votó por el Sí, qué mejor que lo siguiente: “Hoy la victoria tiene nombre. Presidente Pinochet. Sí, Sí, Sí”. Clave: HlvtnPPSSS.
Es de izquierda, estuvo exiliado en Francia y está frente al cajero automático: ¿cuál sería la clave?: Nrdrnjnrde. Le sale de la garganta profunda: “Non, rien de rien, non je ne regrette de rien”.
Supongamos que lo suyo es el centro, así que da lo mismo la vocal, pero es con “i”: “Li mir istibi sirini, sirini istibi li mir. Li mir istibi sirini, sirini istibi li mir. Con o”. Clave: LmissilmLmissilmCo.
¿Y qué tal ChlayvChlayv? “Chile, la alegría ya viene. Chile, la alegría ya viene”.
¿O Mmmhmdcqnpr? “Mi muñeca me habló, me dijo cosas que no puedo repetir”.
Eeeccseqtvp: “Espérame en el cielo corazón, si es que te vas primero”.
Prefiero terminar acá, porque padecemos una tormenta de intolerancia y deseo evitar el ingenio negro y amargado de la última clave.
Esa que parte con la letra muda que califica, sigue con el envío hacia un destino lejano y termina con el retorno al origen: Haalchcdtm.