También nuestra tierra, también remecida. Para la cultura, el golpe ha sido brutal: exposiciones cerradas de repente, inauguraciones pospuestas sin plazo definido, el peligro de los recintos cerrados. Después de ocho meses, recién la segunda mitad de noviembre se muestra más clemente. ¡Y qué decir de cierta zona de Santiago con importantes centros artísticos, sometida a la barbarie destructiva! Sin embargo, algunas galerías se están atreviendo a desafiar las circunstancias. Tenemos una importante retrospectiva venida de Brasil, pero dos exhibiciones nacionales sírvanos para empezar a remendar este 2020. Ambas se están mostrando en el barrio Alonso de Córdova.
A Nicolás Franco lo presenta, por primera vez, Galería Isabel Aninat. Pareciera que el artista, en su cincuentena, acierta y se manifiesta mejor a través del protagonismo de la imagen reconocible. Además, maneja especialmente bien los grandes formatos, el collage gráfico, la abstención del color. Antes lo evidenció con su instalación en el MAC; ahora lo demuestra con elocuencia su conjunto de siete trabajos que armoniza el contrapunto de estrellas del cine italiano y esculturas precolombinas o africanas. Enfrentamiento este enriquecido por una devastación radical. Ello, ya sea mediante el fotomontaje con ampliadas imágenes anteriores y recientes suyas, provenientes de diarios y revistas. Lo realiza mediante roturas, cortes, rayados y, en tres casos, mediante los beneficios del fuego. Es que la quema voraz de los bordes se convierte en una especie de eco que logra insinuar, con la negrura de sus ondulaciones, la corporeidad de aquellas actrices famosas. Por su parte, aliviana el peso del acople de imágenes una rejilla sutil, ya empleada con anterioridad por el expositor.
El resto del grupo anotado prescinde del fuego. Introduce, en cambio, palabras recortadas —mayoritariamente en inglés— que acaso aluden a conceptos o frases vinculados con las figuras. Asimismo, inserta delgadas bandas que, junto a su texto enigmático, subrayan y ordenan geométricamente la composición. Son símbolos de la complejidad del ser humano y de la pronta caducidad de la hermosura física. Dentro de las obras en menores dimensiones destaca un par provisto de deformaciones del rostro de una bella. Allí, por medio de una intervención mínima, las hace adquirir un aspecto entre grotesco y bestial. En cuanto a un bien compuesto cuarteto con temática diferente entre sí, recordemos la pieza con letras como protagonistas y que añade al blanco y negro trazos refinados de azul.
Patricia Claro ofrece sus cuadros más recientes. Constituyen un paso dentro de su trayectoria rigurosa. Partió esta con estudios sobre la superficie acuática de ríos nacionales y de las tan caudalosas vías fluviales de Brasil. La corriente de agua, sus ondas arremolinadas, sus detenciones en remansos y lagunas, los reflejos capitales de la luz ambiental y de la vegetación circundante con las distorsiones del ramaje, resulta, no obstante, un unitario personaje. Se advierte en este desarrollo transformador una coherente evolución cada vez más cercana a la abstracción. De ese modo, sus actuales interacciones de pintura al óleo brillante, fotografía digital y diagrama gráfico han desembocado en un lenguaje de signos exóticos y de evidente esencia extremo oriental, China sobre todo.
De material semejante y su transcurso de fragmentación consigue extraer la artista mínimos y gráciles trazos básicos, cuya capacidad de combinaciones torna a volverse inagotable. Estos signos, sin embargo, nunca dejan de perder su procedencia acuosa y vegetal: fracciones diminutas de ondas acuátiles, filamentos de corteza o ramaje. Suscita curiosidad entrever qué vendrá más adelante.
Expresivos
Collages gráficos de Nicolás Franco
Lugar: Galería Isabel Aninat
Fecha: hasta el 10 de enero
Aguagramas
Patricia Claro y su genuina evolución abstracta hacia signos idiomáticos
Lugar: Galería Animal
Fecha: hasta el 12 de diciembre