AD10S. La palabra “adiós”, escrita incorporando el número 10 en la mitad, es el símbolo –y la evidencia– del carácter “religioso” que los argentinos le dieron a Diego Armando Maradona, fallecido prematuramente esta semana.
Es cierto que los excesos de las muchedumbres durante su velorio fueron una metáfora perfecta de lo que terminó siendo su vida.
La desmesura fue un efecto directo del desmesurado acto de haberlo transformado en un ídolo.
Un ídolo es una figura o una imagen que representa a un ser sobrenatural, al que se adora y se rinde culto como si fuera la divinidad misma. Así define ídolo el diccionario.
Pero Diego no buscó ser un ídolo. Las cosas simplemente se le dieron así, por su talento innato para jugar fútbol.
Se dice que la fama es el impuesto que deben pagar los talentosos. Porque la fama, a la larga, casi siempre es algo que se sufre.
Esa idolatría a Maradona lo terminó sacando de quicio; lo desquició. Que a uno lo llamen un D10S daña.
Lo sabemos: Diego Maradona fue un falso ídolo, si uno se apega a la definición estricta. Pero que conste que no fue su culpa.
Otra figura endiosada por una feligresía masiva fue noticia esta semana. Es un señor que se llama Gino Lorenzini y es el dueño de una firma que tiene el nombre de fantasía “Felices y Forrados”. El tipo se presenta como un iluminado, como el ser todopoderoso y eterno que llegó a emancipar a los mortales del pecado original de las AFP. A las administradoras de fondos las convirtió en el demonio y él sería el mesías. Quien conduciría de verdad al pueblo hacia la tierra prometida.
El tipo tiene el don de la palabra y de los cálculos veloces. Pero a diferencia de Diego (que les dio alegría a muchos corazones con su fútbol), Gino solo ha usado sus destrezas para beneficio personal.
Dentro de su credo, el único “feliz y forrado” es él.
En sus prédicas habla de hacer el bien y de luchar contra el mal. Recluta feligreses por las redes sociales y exige ser un ídolo.
Pero así como la fama es el impuesto que están obligados a pagar los talentosos, la lotería es el impuesto que deben pagar los que no saben matemáticas.
Porque por si no lo sabían, el método de “Felices y Forrados” es básicamente una lotería para la gente. Sus creyentes seguirán por los siglos de los siglos en el valle de lágrimas esperando una fortuna milagrosa que solo, por azar, podría llegar a algunos afortunados.
Pero reconozcamos que igual Gino ha fundado algo parecido a una iglesia con miles de parroquianos que aportan religiosamente en la colecta mensual y que han permitido hacer de ese templo al dinero una catedral imponente.
Maradona y Lorenzini: uno infeliz y uno forrado. A uno lo convirtieron en un becerro de oro sin pedirle permiso, el otro se montó solito en el altar.
Pero igual que el becerro de oro de la biblia, estos dos fueron moldeados por pueblos que habían perdido la esperanza y que desconocían que la solución a sus problemas venía en camino… solo que se estaba demorando demasiado.
En el nombre del Diego, y del Gino y de Felices y Forrados, amén.