Me está yendo realmente bien porque todo el mundo necesita conferencias y exposiciones. Las ofrezco por precios distintos y según capas de comprensión, parto con las crípticas y termino con las de matinal. Es un emprendimiento ideal para momentos de ansiedad social, donde un pelotón de palabras funcionan como antídoto, además remunerado, con dinero, especies o lo que haya porque vivimos tiempos condescendientes.
Desde el PC me solicitaron una introducción a las historietas niponas, debido a la fulgurante carrera de Pamela Jiles que partió como Naruto, con el fin de hacerse Hokage, es decir, líder de los suyos y sombra de fuego. Les hablé del Zurcidor Japonés y les recomendé un programa doble: “Godzilla” y “Godzilla contra Mothra, la polilla gigante”. Lo rechazaron de plano, porque me dijeron que los marxistas no estaban para eso. Entendí que debía irme con la música a otra parte. A modo de retribución recibí un set con vales de bencina, del 1 al 20. En la casa me di cuenta de que estaban el 1 y el 20, pero por dentro faltaban el 3, 6, 9, 8, 12, 15, 16 y 18.
Donde cobré su buen poco, en cambio, fue en esta otra conferencia, reproduzco el remate: “¿Acaso no es flagrante, notorio y el pan de cada día, el deterioro institucional, la descomposición democrática y la pérdida del respeto por los símbolos patrios? Entiendo que la pregunta de nuestro amigo Mario Varga Llosa, ahora más que nunca, ronda por nuestros pensamientos”.
Me aplaudieron a rabiar, fue en el auditorio de la Asomechi (Asociación de Metaleros de Chile). Pensé que iba a estar mejor el cóctel.
Me invitaron del Frente Amplio y aquí me pagaron menos, pero el cóctel fue doble: vegetariano y tipo petit asado parrillero.
“La centroizquierda pertenece al mundo de Don Otto, son un historieta del recuerdo. Es como cuando dicen no aparece ni en las cómicas o cuando hablan de los programas dobles del Santa Laura. La centroizquierda fue la que le compró el sofá a Don Otto y lo está pagando a plazos. Ese fue el trato. El nuevo mundo de Muñoz, Elizalde o Chahín, es un nuevo mundo en cuotas, donde nadie se da cuenta del gasto y del cambio. Ellos son el chiste. Nosotros el futuro”.
No solo fueron aplausos, también abrazos, jamás me saqué la mascarilla. Un consejo: necesitan socializar el uso del desodorante. En barra, roll on o spray. Perdonen la franqueza.
Estuve en la UDI, en calle Suecia, donde me pagaron, pero en 16 cuotas. A la fracción junior le dicté la clase “Sabemos cómo empiezan las cosas, pero no cómo terminan”. Fue aplaudida.
Para la fracción sénior, otra clase: “¡Tú también, Bruto!”, a propósito de la división y escasa unidad del sector. No me fui con rodeos y la hice corta porque ese día por la tarde jugaba Chile.
Reproduzco la parte final: “¿Y si no es Bruto, quién sería? Julio César, al igual que el Tata, ya pasó, ya fue, olvidémoslo; Marco Antonio está en la dimensión desconocida de Pucón, por si no se han dado cuenta; o me van a decir que quieren seguir con Cleopatra, que sabemos que anda con la áspid en la cartera. ¡Por favor! ¡Bruto es el hombre!”
Y así me las voy a arreglando.