Pedir el retiro de Reinaldo Rueda de la banca del seleccionado es como pedir el retiro del 10% de los fondos previsionales: es popular. Que sea justo o conveniente es otra cosa, que se verá en el camino. Ahora hay que pedirlo con urgencia, porque es necesario tener puntos y recursos. Es cierto que se necesitan los pesos y los puntos y eso hace inútil o impopular cualquier discusión.
Un entrenador nacional siempre y en todo lugar estará permanentemente en la picota y los resultados a largo plazo no son aceptables, salvo circunstancias muy especiales, como fue el Plan Riera (1957-1962), por la condición de país sede. Hoy, aunque no seremos sede, el aficionado siente la misma presión de hace 58 años: hacer un buen papel en el próximo Mundial (cuyas eliminatorias deberían ser un simple trámite). ¿Por qué? Porque el aficionado entiende que el fútbol chileno es el mejor de América (demostrado en ¡dos copas!) y porque tiene jugadores de talla internacional. Y por las características de un juego de alta intensidad, de ataque permanente, de sometimiento del rival.
Por cierto, el deseo y la imaginación del hincha, como suele suceder, no van de la mano de la realidad de un fútbol que va a la zaga de Sudamérica (la Copa Libertadores nos sigue vedada y nuestro techo es la Sudamericana) y que no tiene las grandes figuras que tuvo hasta hace poco (ni siquiera Arturo Vidal y Alexis Sánchez, los más distinguidos, son hoy titulares permanentes en su club). Lo que tenemos, en cambio, es el ocaso de una generación excepcional cuyo tremendo éxito ha hecho creer a muchos que hemos clavado la rueda de la historia.
Sin embargo, lo que debiera ser una mesurada visión de la realidad y la sugerencia de propuestas serias para mejorar, se traduce en rabia, en arrebatos motivados por la impotencia ante lo que parece injusto y en un ataque virulento al entrenador de turno.
¿Se ha equivocado Rueda? Nos parece que hay hechos puntuales en los que ha errado. Aceptar la negativa de los jugadores a jugar en Perú (¿se acuerda?) fue un error, aunque no debe olvidarse que nuestros futbolistas paran los campeonatos cuando se les ocurre y no hay mando directivo que lo impida. Más de algún cambio dentro de un partido no nos ha parecido correcto. Lo mismo ha ocurrido con alguna convocatoria inmerecida o algún olvido de un buen jugador. Es decir, lo habitual en la carrera de un seleccionador nacional.
Rueda llegó hace más de dos años. Años con huelgas, pandemia, intensa crisis directiva con un político a la cabeza (algo jamás deseable) y un clima irregular en todo sentido.
Pero las cosas se están dando así: se está a favor o en contra del entrenador. Defensores y acusadores. Todos los temas realmente importantes no interesan. ¿Cómo recuperamos el nivel que tuvimos con los “dorados”? ¿Podremos? ¿O seguimos jugando con los astros que surgen de nuestra imaginación y de nuestros deseos? Tenemos que elegir.