A la hora y tres minutos, Pepe Rojas derribó a Bryan Carvallo, el primero de Curicó y el segundo de Universidad de Concepción. Fue al borde de la cancha, frente a la cámara, los telespectadores y el guardalíneas, que no estaba lejos.
Nadie se dio su cuenta de la falta, donde valga la repetición: nadie es nadie.
El incidente no fue objeto de comentario y pasó inadvertido, así que siguió la jugada y, después de varios pases, Curicó anotó, celebraron los jugadores, elogió el relator y estaban en eso, cuando apareció el VAR y todo anulado, porque descubrió que en el inicio, Rojas le pegó a Carvallo y lo mandó al suelo, así que falta en la génesis y volvamos a empezar.
El comentarista Sebastián González, llamado "Chamagol", insinuó una protesta, porque algo que nadie vio, y que sucedió hace rato, incide en un gol que se produce después de al menos dos minutos, según su cálculo y saber.
En realidad fue después de 21 segundos, pero Chamagol, como todo el mundo, perdió la noción del continuo espacio temporal, porque el VAR capturó una dimensión desconocida e inasible para el sentido humano.
Lo que vemos no es el global del fútbol, porque una parte lo capta el ojo y la razón, pero el total, incluido lo fantástico, solo lo registra el VAR, y eso es lo que rige. Es un ojo divino y, por supuesto, despiadado y feroz: los humanos gritan gol y no es gol, cobra lo que las personas no ven, se repite el eterno retorno y los guardalíneas y sus banderas de offside son un adorno tardío, frustrante y una pérdida de tiempo, porque lo que se relató y celebró no vale.
Algo de esto venía del fútbol como espectáculo de la TV, donde el que iba al estadio, después de un gol, se quedaba con gusto a poco, porque algo le faltaba, y por eso llegaba a su casa y encendía lo que echaba de menos: la repetición del gol desde otros ángulos y lentamente.
La peor paradoja es que los espectadores en los estadios son los que peor lo ven, por supuesto que es otra cosa, porque ahí el tiempo y el espacio son distintos, pero después de esa cosa—llamada escala humana— valga la insistencia: los que peor lo ven.
En el universo del fútbol, la TV es la nave de carga Nostromo que despegó hace años y después de la hibernación, descubrimos que en su interior habita un monstruo, un alienígena, un VAR que nos cambió la vida.
Es el futuro, un fútbol ficción y un porvenir misterioso y temible.
No sabemos hacia dónde vamos y no está dentro de nuestras capacidades entenderlo y menos verlo venir, digamos que es superior a nuestras fuerzas.
Como esa frase repetida y tantas veces escuchada, entre los comentaristas de fútbol: “Llegar es mejor que estar”.
Algo que sería equivalente a otra materia, según los comentaristas de la filosofía: “Ser es mejor que existir”.
¿Adónde llegaremos? No lo sabemos.
¿De dónde partimos? De la patada de Pepe a Bryan.