Así como alguna vez dimos vueltas y vueltas por los pasillos y las góndolas de los videoclubes —qué lejanos parecen, ¿no?—, explorar los recovecos de los sitios de
streaming en busca de tesoros que no están expuestos en la pantalla de entrada se ha vuelto un pasatiempo cinéfilo que, dependiendo el poder que el algoritmo de la
app tenga sobre tu perfil, puede transformarse en delicia o tortura. Sobre todo si la plataforma es nueva, como ocurre con la recién inaugurada versión latina de Disney Plus.
Quién allí busque los últimos estrenos, los filmes clásicos, las series del canal Disney y otros productos populares, no tendrá mayor problema; a lo mejor se llevará alguna decepción (insólitamente, solo hay dos temporadas de los Simpsons, la 29 y la 30) y tal vez opine que la selección de material es más pequeña que la de Netflix, pero la cosa se pone realmente interesante cuando se explora el otro lado de la casa del ratón: el de persistente experimentación y laboratorio de ideas; caminos que se abrieron, transitaron y luego fueron integrados al canon o totalmente abandonados. Fue una sorpresa encontrarme con el onírico “Destino” (2003), corto que Roy Disney —sobrino de Walt— produjo a partir de la curiosa colaboración entre su tío y el pintor Salvador Dalí, a mediados de los años 40: seis minutos de asociaciones libres, paisajes bizarros e insospechada nostalgia por un mundo artístico y corporativo que aún permitía esa clase de encuentros. Algo parecido ocurre al encontrarse con “Steamboat Willie” (1928), eléctrico debut en pantalla de Mickey Mouse, y luego con el mucho menos conocido “Get a Horse!” (2013), en el que la directora Lauren MacMullan (primera mujer que dirigió en su totalidad un proyecto de la compañía) rescata a la vetusta pandilla de Mickey —Pete el negro, incluido— combinando animación hecha a mano, diseños digitales, 3D, blanco y negro, color, registros de archivo y un cuanto hay de trucos ópticos, consiguiendo en apenas siete minutos atrapar el pasado, presente y futuro de esos personajes y también de sus creadores.
Ver “Get a Horse!”, de hecho, me despertó la curiosidad por saber si la app había incluido a mis favoritos históricos: los cortos de Pixar, esos que el estudio ha ido programando en forma consistente antes del largometraje principal, desde los días de “Bichos”, allá por 1998. Y están prácticamente todos, partiendo por “Luxo Jr.”, el histórico experimento en animación digital emprendido por John Lasseter en 1986. En principio, la misión de los “Pixar Shorts” era probar tecnologías, técnicas narrativas y darle tiraje a la chimenea, al permitir que animadores jóvenes los usaran como laboratorio de ideas; pero algo en el camino cambió. Lo que había empezado como divertidos e inocentes sketches visuales —los pajarracos de “For the birds” (2000), los músicos callejeros de “One Man Band” (2005)— derivó en relatos tan vertiginosos como la batalla entre un mago y su conejo, en “Presto” (2008); metáforas acerca de la creación artística —nubes que crean los bebés repartidos por las cigüeñas, en “Parcialmente nublado” (2009)— e incluso una trilogía acerca de las relaciones entre padres e hijos: “La luna” (2011), “Sanjay's Super Team” (2015) y “Bao” (2018), emocionante relato ejecutado sin palabras y que a muchos nos recordó los inolvidables minutos iniciales de “UP”.
Ninguna de estas historias ha tenido continuidad en los filmes de Pixar ni tampoco en los de Disney: sus personajes aparecen, brillan y se disuelven sin rastro, en total oposición a la forma en que el estudio promociona hoy marcas propias y ajenas como Marvel, Star Wars o los Muppets; y, sin embargo, la impresión que causan estas vidas mínimas puede que sea mayor que las de esas criaturas condenadas a volver secuela tras secuela. Piper, el polluelo que da sus primeros pasos en un mar que casi se palpa, hiperreal. Geri, el anciano que juega ajedrez contra sí mismo, combando el tiempo y el espacio cinematográficos. Un par de paraguas, encontrándose bajo la lluvia. El día y la noche. Y uno que nunca había visto: “LOU” (2017), un ser tan frágil que no es más que un conjunto de juguetes arrumbados en un cajón del patio del colegio, que sólo adquieren entidad cuando están juntos para disolverse cada tarde, cuando estos vuelven a las mochilas de los niños. Así de vivo, así de breve.
PIXAR SHORTS
17 cortometrajes, disponibles en Disney Plus. Estados Unidos, 1986-2018.