Estamos a casi un mes de la Navidad. Seguramente por eso, un grupo grande de parlamentarios, de una vereda y de otra, también del centro, está tratando de legislar a matacaballos para aprobar antes de la Nochebuena el segundo retiro anticipado del 10% del ahorro para la jubilación. Muy piadosos ellos.
Probablemente creen que con eso van a “salvar la Navidad”.
Es que nunca nadie se ha resistido a oficiar de Viejito Pascuero. Menos los políticos.
Nuestros Santa-Claus-parlamentarios creen que repartiendo ahora el dinero de la jubilación se convertirán en políticos populares y asegurarán así sus respectivas reelecciones.
O sea, se están haciendo un autorregalo-de-Pascua… ¡Pero pagado con el dinero de la jubilación de las personas!
Ellos dirán que gracias al segundo retiro del 10% se podrá, ahora sí, proclamar una “Pascua feliz para todes”, pese a estallidos y pandemias.
Pero lo cierto es que los únicos que celebrarán de verdad serán los parlamentarios, que podrán ahorrar mucho dinero de campaña gracias a nuestro 10%.
Al resto de los mortales, en cambio, cuando nos vayamos a dormir el 24 de diciembre en la noche, nos visitarán, entre sueños, como en el cuento de Dickens, los fantasmas de las navidades futuras. Los espectros vendrán a contarnos cómo nos penará en el futuro, en nuestra vejez, el dinero que nos gastamos para esta Navidad.
Peor aún, esta “Pascua Feliz para todes” tiene otra falacia incorporada. Hay al menos un 30% de compatriotas, un tercio del país, que no tiene ni un solo peso que retirar de las AFP; porque nunca ha ahorrado o porque en el primer retiro ya se llevó toda la plata que había juntado. Es decir, el “todes” es más entre comillas que nunca.
Por eso, lo del 10% no me lo trago ni me agita.
Pero sí me preocupa la Navidad.
Temo que el Dr. Paris (de quien soy fan al igual que del Dr. Seuss) se quiera convertir en el verdadero Grinch de la Navidad y nos impida juntarnos con nuestros seres queridos, llenándonos de restricciones por razones sanitarias.
Creo que no hay razón para privarnos de una Navidad con familia extendida.
En Chile el 25 de diciembre cae en verano, y por lo tanto, podemos reunirnos al aire libre o en ambientes muy ventilados. Podemos guardar distancia y ya nos acostumbramos a lavarnos las manos y a usar mascarillas en ambientes cerrados. De verdad, ¡no es necesario que nos confinen tanto!
Señores políticos, más que sacar nuestros ahorros para financiar una fiesta, lo que necesitamos es, por fin, una noche de paz y amor. Somos hijos de un país que hace no tantos años era bien pobre y pese a eso nunca dejó de celebrar la Navidad. Lográbamos ser felices con poco. Porque siempre hemos sabido que lo más importante de esa celebración es mostrar cariño hacia nuestros seres queridos. Eso se puede hacer hasta con el más modesto gesto y con la más humilde de las comidas.
Si nos quieren hacer un regalo, dennos libertad y tranquilidad. Del resto nos encargamos nosotros. Y de sus regalos encárguense también ustedes mismos, no nos hagan pagar a nosotros por ellos.