La historia de Lituania en el período de entreguerras es una de las más desoladoras del siglo XX. Tras perder una guerra contra Polonia, quedó mutilada de su capital, Vilna, y durante los años 1930 se convirtió en un bocado apetecido para la Unión Soviética y para las galopantes ambiciones de la Alemania nazi, que partían por arrasar con Polonia y Lituania en su primera expansión hacia el este. El pacto firmado en esos años entre la Rusia comunista y el Führer alemán convirtieron la incertidumbre inicial en una destrucción inminente de la autonomía lituana.
Esta película es una ucronía, una fantasía contrafactual de lo que ocurrió en la historia. En el pequeño mundo de Kaunas –la capital provisional de Lituania durante la ocupación polaca–, el profesor de geografía Feliksas Gruodis (Aleksas Kazanavicius) enseña a sus alumnos que la independencia de un territorio depende de los conceptos de densidad y capacidad. Si no hay población, otros querrán llenar el territorio; y si no hay capacidad, ni siquiera se lo podrá defender. Así lo admiten también, en privado, el presidente Juozas (Valentinas Masalskis) y su primer ministro Servus (Vaidotas Martinaitis), acosados por los continuos ultimátums de Polonia y la Unión Soviética.
Groudis ha estudiado por años un plan alternativo: llevarse a una porción selecta de los lituanos –quizá unos 500– a una isla tropical africana para mantener viva su cultura hasta que se pueda recuperar el país. Al parecer, tal proyecto fue discutido en la Lituania de esos años; pero, además, es una idea con resonancias sombrías para Europa del Este, al menos para los que no olvidan que en 1938 se propuso trasladar a los judíos a Alaska.
Groudis se esfuerza para que su plan sea asumido por el gobierno. No se da cuenta de que el espacio de su propia casa va siendo modificado por una suegra autoritaria a la que Groudis no sabe cómo resistir, como no lo sabe su país. Los esfuerzos de Groudis logran convencer al primer ministro Servus, que, como sabe que no contará con el Presidente, se propone activar un golpe de Estado en medio de la ya desesperada situación lituana.
Este es el primer largo del cineasta Karolis Kaupinis, que lo ha desarrollado como una película de los años 1930, en el formato cuadrado 4:3 y en un blanco y negro elegante, de contrastes fuertes, donde la luz y la sombra establecen un juego con el poder y la impotencia. El cuadro flamenco “Ciervo acosado”, de Paul de Vos, subraya el trastorno agónico de los personajes, mientras que la ciudad desolada, de puros edificios públicos, ofrece el paisaje helado de una falsa normalidad. Kaupinis –también autor del guion– narra con pocas escenas, muchas elipsis y un final que la deja como una ficción inconclusa.
Es una película tremenda acerca de la crisis de una nación cuando ella misma parece imposible.
Dirección: Karolis Kaupinis.
Con: Aleksas Kazanavicius, Vaidotas Martinaitis, Valentinas Masalskis, Rasa Samuolyte, Egle Gabrenaite, Roberta Sirgedaite, Julius Zalakevicius.
96 minutos.
En MUBI.