La rubia Hunter (Haley Bennett) vive en una casa perfecta, con una vista magnífica sobre el río Hudson y unos bosques enormes en el horizonte. Tiene un matrimonio perfecto con Richie (Austin Stowell), heredero de unas opulentas inversiones familiares. Todo es limpio e impecable en las líneas usonianas y horizontales del hogar matrimonial. En los primeros minutos de esta película, Hunter completa la perfección con una noticia: está embarazada.
Por supuesto, algo está mal. La portavoz de la anomalía es la suegra (Elizabeth Marvel), que luego de decirle que preferiría verla con el pelo largo, le regala un libro de autoayuda en el que Hunter descubre un desafío: atreverse a probar cosas nuevas. Poco después, la suegra la emplazará de manera más cruda y ominosa: “¿Eres realmente feliz o estás fingiendo?”. La pregunta desnuda algo que está implícito: Hunter es de otra clase social, su familia es desconocida, ha sido “afortunada” al conocer a Richie.
En la combinación de estas emociones contrastantes, Hunter descubre un nuevo placer: tragar cosas, objetos pequeños, inusuales: bolitas de cristal, clavos, alfileres, pilas, tornillos. Es el llamado Trastorno de Pica, en algunos casos asociado al embarazo. Pero aquí no importa tanto la tipología clínica como el hecho de que Hunter, secretamente, responde con ella a la solapada presión de su entorno. Cuando su marido y sus suegros (que son como una sola entidad, un grupo corporativo) descubren que su estómago está lleno de objetos inadecuados, la presión adquiere otro giro: su interés ya no parece ser su salud, sino el bebé que incuba.
La segunda parte (después de los 50 minutos) desarrolla el origen infantil –y naturalmente sexual- de la anomalía psíquica de Hunter, una estructura narrativa que hace pensar en Marnie y en otras heroínas insignes del mundo de Hitchcock. Es notorio que el debutante Carlo Mirabella-Davis –que a sus 39 años se define como un sujeto cisgénero, aunque fue transgénero durante cuatro años- toma sus principales referencias de ese universo, incluyendo a la casa y sus exteriores.
Y, acaso por lo mismo,
Swallow tiene una intrigante ambivalencia. Es una película acerca del cuerpo femenino, como ha sido abundantemente notado, pero el nexo entre tragar y evacuar (la última imagen es un prolongado plano de un baño de mujeres) sugiere algo más, una idea de la persecución de la identidad a través de un continuo deshacerse. Hunter es un personaje más trágico de lo que muestra su ligera exigencia sobre el mundo.
Swallow es una película inteligente, bien planeada y bien filmada, con un agudo (a veces sobrecargado) sentido del color y la composición. Es, cuando menos, una muy buena razón para prestar atención al futuro desarrollo de Mirabella-Davis.
Dirección: Carlo Mirabella-Davis.
Con: Haley Bennett, Austin Stowell, Denis O'Hare, Elizabeth Marvel, David Rasche, Laith Nakli, Luna Lauren Velez, Zabryna Guevara, Babak Tafti.
94 minutos.
En MUBI