El cine de Werner Herzog es un verdadero programa de exploración en los límites de la experiencia humana, no importa si se trata de ficción o de documentales. No es uno de esos cineastas entusiastas con borrar la línea entre ambas modalidades; lo que busca es que la materia de sus documentales se sitúe en los mismos bordes de misterio, interrogación o amenaza.
En esta película –filmada hace cuatro años, pero hasta ahora no exhibida en Chile– esos límites también se encuentran en la red mundial de comunicación digital. Para Herzog, este es un sujeto sin precedentes y con capacidades desconocidas –el robot es una figura que se repite–, con extremidades que constituyen posibilidades infinitas.
El relato se estructura en diez capítulos, que forman un arco narrativo “biográfico”: Herzog imagina internet como un fenómeno que nace, crece y se expande, e incluso algún día podría morir. Se inicia en el campus de la Universidad de California en Los Angeles, en la sala donde se transmitió el primer mensaje desde un computador a otro, que estaba situado 644 kilómetros al norte. Es el lugar del nacimiento (aunque el científico Neil Kleinrock lo compara con el descubrimiento de América), a las 10.30 de la noche del 29 de octubre de 1969, cuando ninguno de sus padres imaginaba lo que la criatura llegaría a ser.
El crecimiento tiene su “gloria” (capítulo 2) y su “lado oscuro” (capítulo 3), pero Herzog no adopta ni la posición triunfalista ni la catastrofista. Y, en coherencia con esto, se trata de un documental dialógico. Herzog no se muestra, pero es el narrador y el interrogador de sus entrevistados. Sus preguntas tienen un aire cómico. No son las de un especialista, sino las de un lego al que solo se le ocurren ideas de la ciencia ficción y un desvergonzado intercambio de interrogantes que hace reír a sus interlocutores. El “yo” que construye no pretende presentar una tesis personal acerca de internet, sino más bien sembrar una retahíla de preguntas.
Todo didactismo está contraído o reducido al absurdo, como cuando el mismo Kleinrock explica mediante fórmulas matemáticas el significado del tiempo en la red. Y hasta cierto punto, también se anticipa a su propia obsolescencia, con la idea reiterada de que “estamos solo al comienzo”. En la última línea, el tema de
Lo and behold es el descontrol del conocimiento, la certeza de que se ha traspasado una nueva frontera junto con la incerteza de hasta dónde llega el nuevo instrumento.
Es notable que, usando formatos bien conocidos, Herzog consiga que su documental adquiera ese lado personalísimo de exploración que tienen sus expediciones en los volcanes o en las profundidades de la tierra. Casi siempre logra estar a la vez “al comienzo” y un paso adelante.
Lo And Behold. Reveries Of The Connected WorldDirección: Werner Herzog. Con: Neil Kleinrock, Bob Kahn, Sebastian Thrun, Ted Nelson, Elon Musk, Kevin Mitnick.
94 minutos.
En Centroartealameda.tv