Colo Colo y Universidad de Chile van en procesión al camposanto y no hay mejor fecha que el Día de Muertos, como se celebra en México, o el Día de Todos los Santos, como es costumbre por nuestros pagos, para esa multitud de ciudadanos azules y blancos que creen en otra vida más larga después de la presente, que es tan corta, Dios mío.
Como epitafios en las lápidas, son textos demasiado largos y por cierto inapropiados, porque fallecidas no están.
Nombre: Azul Azul S.A. Fecha de nacimiento: 15 de mayo de 2007. Rut: 76.838.140-2.
Nombre: Blanco y Negro S.A. Fecha de nacimiento: 30 de mayo de 2005. Rut: 99.589.230-8.
No merecen ramos de rosas multicolores ni tampoco coronas de flores frescas y limpias.
Prometieron tomar los cielos internacionales por asalto, dígase Copas Libertadores o Sudamericana, cada año presente y sin falta, como corresponde a los dos equipos más populares de Chile.
Se daban por descontado los torneos locales, cómo no, si la historia de cada club los precede y ese pasado exige cancha, tiro y lado.
Prometieron un mundo plástico y todos confiaron, por supuesto, porque no hay nada más fiel y creyente que un hincha de club.
Lo de Colo Colo cuando no es penuria es mala fortuna y cuando no es por desatino será por franca ineficiencia, y abran algún espacio para la mala fe, que está en todas partes y crece como la mala hierba.
Demasiado de todo, de años en la cancha, ilusiones rotas, ambición de dirigentes y esas peleas rabiosas de gente con plata, que hizo uso y abuso del significado del club y de su condición simbólica. Socios fugaces y oportunistas, exministros controladores y si las barras ya venían envenenadas, en vez de vacuna y cura, crecieron con la droga y el curare, y avanzaron como peste. ¿Cuándo se dieron cuenta? Cuando ya era tarde.
En Google hay una página para algo que no existe: Estadio de la Universidad de Chile. Es un texto largo, con la historia, los proyectos y con varios capítulos incorporados. Los hinchas azules nacieron sabiendo que no tenían estadio y se murieron esperando tenerlo. En tantas partes: Pudahuel, La Pintana, La Cisterna y para qué seguir. Dirigentes que llegaban prometiendo el oro, el moro y un estadio. El himno “Romántico viajero”, en los hechos, es un viejo triste en situación de calle, alguien errante y vagabundo.
En este 1 de noviembre señalado, ya lo saben los mandamases de Azul Azul y Blanco y Negro. Es una pena, pero es su día.
Vaya este balde con hoyos, sin agua y con un manojo de margaritas, calas y amapolas. Ninguna marchita, todas de plástico.