Se fue la primera fecha doble de las eliminatorias a la Copa del Mundo y la sensación es amarga. En la agonía Uruguay y Colombia nos frustraron.
El facilismo sería responsabilizar a Reinaldo Rueda por el 2-2 en el Nacional. En el fútbol, como en cualquier deporte, las expresiones de deseo nublan el análisis. El Chile actual es un cuadro cuyas falencias ofensivas se agudizaron en el último quinquenio y la dependencia de Alexis Sánchez es absoluta.
Un jugador como el lesionado Fabián Orellana se extrañó. Es demasiado grande la diferencia entre la competencia local y el ritmo que traen los “europeos”. Para quienes clamaban por mayor presencia de gente de la casa, el desarrollo de los partidos mostró un crudo escenario.
Si la Roja resistió en los 25 minutos finales es porque careció de frescura y fútbol. Sin Erick Pulgar, Charles Aránguiz tuvo que retroceder a la altura de Claudio Baeza. El volante de la Fiorentina por su claridad, pegada e intensidad es clave. El oficio de Gary Medel en esa zona también faltó. En potencial para noviembre, Carlos Palacios es una alternativa. El extremo derecho de Unión Española ofrece velocidad, gambeta, remate y gol. Ronald Fuentes lo hizo explotar y si Rueda lo considera para medirse con Perú y Venezuela tendrá una prueba gigante.
El cafetero rejuveneció la zaga con Francisco Sierralta, Paulo y Nicolás Díaz y Sebastián Vegas. Si todos son regulares en sus clubes, el fondo de la selección está armado. Sin embargo, las eliminatorias enseñan que se requieren goles y atacantes con peso. Hoy el dato es que nuestros pingos de arriba están para correr a las 13 horas, pero no les alcanza para los clásicos que van entre las 17 y las 19.
Tal como sucede en Universidad de Chile, que con 15 partidos y 25 puntos —uno más que el año anterior en 24 cotejos— se encuentra en el quinto lugar, clasificando a la Copa Sudamericana. Una campaña que refleja la realidad del actual plantel azul, armado con modestia, porque hasta 2019 hubo una farra. Por ejemplo, en la temporada anterior se gastaron casi 500 millones de pesos en comisiones de representantes y este año la cifra cayó a 96 millones.
Hernán Caputto armó el equipo sobre un eje: Pablo Aránguiz, Walter Montillo y Joaquín Larrivey. Con la lesión del volante formado en Santa Laura la estructura cruje. Y aquí volvemos al punto inicial. Sin individualidades no hay equipos y en eso la U tiene el rótulo de cuadro grande, pero el grueso de la plantilla, por variadas razones, no está para la U.
Si hacemos el ejercicio de preguntarnos cuántos azules serían titulares en Deportes Antofagasta o Unión Española nos llevaríamos la sorpresa que casi ninguno. El mayor analista en la historia del periodismo deportivo argentino, Julio César Pasquato, Juvenal, sostenía que casi siempre “se juega como se puede y no como se quiere”.
Eso sucede en Universidad de Chile. Lo tienen que asumir los propietarios y los directores. Esa es la misión cuando se conduce un buque de este calado. Si logran traer un par de delanteros rápidos y un volante de salida la historia podría cambiar. Otra cosa es caer en el voluntarismo, que por lo general coquetea con el populismo.