De la gran cantidad de bajas que ha sumado la selección nacional de cara al inicio de las eliminatorias para el Mundial de Qatar, la de Gary Medel tiene una significación especial, porque pone alerta sobre la poca consistencia que existe en el plantel chileno en torno a la construcción de una zaga sólida y confiable.
Parece una paradoja. Hoy pareciera haber emergido un buen grupo de defensores centrales que, ante la eventualidad y en las urgencias, podrían ser buenas alternativas para el esquema de Rueda.
No solo para los próximos partidos, sino que también en el futuro. Maripán (hoy lesionado), Vegas, Paulo y Nicolás Díaz, Sierralta, Roco, Lichnovsky, Kuscevic y Huerta, entre otros, asoman no como proyectos sino que como opciones reales y atractivas para ponerse hoy la camiseta de Chile, porque no solo se trata de defensores dotados físicamente para el puesto (algo que ha costado desarrollar), sino que además, cosa importante, están jugando con cierta regularidad. Y la mayoría en medios muy superiores al chileno.
No obstante, hay un problema serio: no existe hasta ahora una combinación posible entre ellos, es decir, una reconocible sociedad que permita avizorar que ese sector tan sensible de cualquier equipo —el centro de la zaga— está seguro, bien resguardado.
En este caso no es cosa de elegir dos o tres jugadores (de acuerdo al esquema táctico que se aplique) que individualmente muestren cualidades. Se requiere más que eso. Tiene que haber conexión entre los designados. Unidad. Complemento.
Los zagueros centrales, a diferencia de otros puestos, requieren de una sintonía fina que no dan los entrenamientos ni las reiteraciones de movimientos, sino que, esencialmente, la experiencia de los partidos.
Es enfrentando situaciones de estrés competitivo cuando la dupla o el terceto de zagueros centrales muestra su capacidad para complementarse.
En esa instancia se sabe quién es el que ordena, quién es el que espera, quién es el que sale o se abre. No es solo cosa de capacidad sino que un asunto de conexión, de feeling, de buena comunicación. Las decisiones que se toman en el sector defensivo son demasiado relevantes como para dejarlas a la pura intuición personal.
Chile ha tenido en su historia, tanto de selecciones como de equipos, ese nivel de complementación en su zaga central: Raúl Sánchez-Carlos Contreras (Mundial 1962), Elías Figueroa-Alberto Quintano (Mundial 1974), Leonel Herrera-Rafael González (Colo Colo 1973 y Unión Española 1975), Mario Soto-Eduardo Gómez (Cobreloa 1981-1982), Fernando Astengo-Hugo González (selección 1989), el trío Lizardo Garrido-Miguel Ramírez-Javier Margas (Colo Colo 1991) y, por cierto, el que conformaron en los últimos años Gary Medel y Gonzalo Jara son ejemplos lúcidos.
La urgencia no es menor. Si bien Gary Medel seguramente seguirá siendo en el corto plazo el gran líder de la defensa de la Roja, es obvio que hay que buscar el relevo porque las lesiones musculares del jugador de Bologna serán, con certeza, cada vez más frecuentes y porque debe haber sentido de proyección a mediano y largo plazo.
No hay mucho tiempo. Sí mucho por hacer.