La Universidad Católica, en la 13ª fecha del torneo, tiene más puntos acumulados que la U y Colo Colo juntos. La estadística es apabullante y no hace más que desnudar la hegemonía incontrarrestable durante los últimos tres torneos. Jugado poco más de un tercio del certamen, ya es difícil que la UC delegue la corona, porque en la exigencia a la que obligó la pandemia, nadie tiene un plantel más competitivo que Ariel Holan, que igual se resiste a caer en el chilenismo de las “rotaciones”. En su escuadra juegan los mismos si están en condiciones.
En declaraciones autoflagelantes pero realistas, Walter Montillo le puso la lápida a la actuación de los azules en el clásico, le pidió disculpas a la gente, subrayó que deben disminuir los errores y se descartó de la lucha por el título si no mejoran el rendimiento, lo que es una verdad indesmentible. Los azules perdieron su segundo partido consecutivo, les volvieron a marcar tres goles, crearon pocas oportunidades de gol y, nuevamente, apelaron a la fórmula de adelantar a uno de sus laterales para resolver tácticamente sus problemas en ofensiva, lo que parece muy pobre para disimular el escaso rendimiento de los acompañantes de Joaquín Larrivey. Sin Pablo Aránguiz, Walter Montillo se quedó sin apoyo y el naufragio fue total. Al punto de poner sobre la mesa la evaluación de Hernán Caputto como entrenador.
Fue tanta la diferencia evidenciada en San Carlos, que la apuesta es acertar a la fecha en que los cruzados darán la vuelta olímpica, pero sabiendo que la eliminación sufrida en la Libertadores obliga a morigerar la euforia. Los franjeados se topan con dificultades en el plano externo que no tienen en Chile, y eso obliga a revisar los detalles que los hunden en el continente. Partiendo por retener a los entrenadores, por supuesto, porque el retorno de Gustavo Quinteros al país indica que su apuesta —y la de la institución— fue errada desde el comienzo, y que otra historia pudo escribirse si se focalizaba en la UC. Con Holan, la experiencia acumulada este año debe aprovecharse cabalmente.
Lo que resulta inexplicable aún es que un equipo que establece tanta diferencia a nivel interno tengo apenas dos representantes en la selección. Cuando comenzaron a caerse nombres de la nómina, la lógica apuntaba a Valber Huerta y Edson Puch para suplir las bajas de Gary Medel y Fabián Orellana, pero la apuesta de Rueda fue para Echeverría y Gaete, con mucho menos rodaje en el ámbito internacional incluso. Aunque la sospecha será siempre que hay un acuerdo para no perjudicar al líder, la mirada estrictamente futbolera no resiste análisis. De hecho, este equipo debería ser la base de una nómina a la que se le cayeron varios imprescindibles. La ausencia de Ignacio Saavedra ya resulta incomprensible, aún sin considerar las bajas de última hora.
Esta semana será atípica, porque sobrepondrá a la selección con el torneo local. Algo nunca visto y que demandará estar preparados y atentos para la avalancha de consecuencias que nos traerá.