La caída del PIB argentino en un 19,1% en el segundo trimestre, la persistencia inflacionaria, el sostenido aumento del desempleo no obstante la prohibición de despidos, la letalidad por el covid-19 a pesar de haberse decretado uno de los confinamientos más extensos del mundo, golpean al Presidente Alberto Fernández y a su gobierno. La crisis escala, trasciende sus fronteras, con riesgos de afectar a Chile y a otros países de la región.
Tras haber alcanzado niveles de aprobación cercanos al 80% antes de la cuarentena, el respaldo al Presidente Fernández ha descendido a 37%, con rechazo del 58% de la población. El deterioro en la popularidad se extiende a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Resulta, por ahora, que Argentina y Perú, también con exigentes cuarentenas, no han logrado contener mayormente el covid-19, siendo, además, los que experimentarían las recesiones más intensas de la región, en las cercanías de los dos dígitos.
El Presidente Bolsonaro, repetidamente criticado por Fernández por vilipendiar el coronavirus, goza de récord de popularidad y, Brasil, el menor deterioro y la proyectada más pronta recuperación de las economías sudamericanas.
El agravamiento de la situación argentina está provocando un éxodo de compañías y de inversionistas, por desconfianza en el futuro del país. Grandes empresas transnacionales, europeas, norteamericanas, incluso chilenas —Falabella, la más importante—, están cerrando sus operaciones al otro lado de la cordillera. Significativa es la estampida de argentinos de alto patrimonio que se han radicado y establecido su domicilio tributario en Uruguay, por los aumentos de impuestos en su país de origen. Fernández ha reaccionado imponiéndoles una permanencia máxima de 90 días, como a los turistas, a su estadía anual en su país de origen.
De especial importancia para las relaciones económicas con Argentina es el reciente “cepo” cambiario, que dificulta y limita la adquisición de moneda extranjera. Su vigencia, para contener la acelerada pérdida de reservas internacionales, afecta a los exportadores e inversionistas chilenos, aumentando el desequilibrio en la balanza comercial bilateral.
A este complejo panorama económico se debe agregar, en nuestro caso, el impacto de la publicación de la nueva cartografía oficial, conforme a la ley sobre espacios marítimos aprobada a comienzos de este mes por el Congreso argentino. El mapa causó malestar y motivó un reiterado rechazo del gobierno de Chile por su inoponibilidad, unilateralidad y superposición sobre territorios soberanos chilenos.
Las cancillerías y embajadas de ambos países tendrán que sortear los nuevos desafíos para las estrechas relaciones entre Chile y Argentina