Como especialista en la comunicación, sostuve varias reuniones en la antesala de la Franja y la cita fue en mi oficina Consulting No More.
El senador Carlos Bianchi, su hijo Karim y Alejandro Guillier se quejaron porque disponen de menos de un segundo para exponer su cosmovisión. Les dije que menos mal.
Los del Partido Republicano querían saber qué podía hacer José Antonio Kast con su tiempo: 5 segundos. Les aconsejé lenguaje corporal y punto.
La DC llegó con tres ideas que no veían como plasmar en 84 segundos: historia, vigencia del humanismo cristiano y futuro. Les aseguré que con 45 segundos estábamos sobrados de cariño. Hasta cabía un bonus track con la Marcha de la Patria Joven.
Con RN ocurrió algo extraño porque en la mañana pedían una cosa, pero en la tarde otra distinta. Cuando entendí la situación, pedí una reunión global, con el fin de ver
Psicosis. Se las expliqué: Norman Bates, emprendedor enfermito, y su mamá, una vieja disecada. Me manifestaron, con severidad, que un caso de personalidad escindida no se conecta, en modo alguno, con las dos posiciones dentro del partido. Les dije que eso era, precisamente, lo que quería escuchar. Se mandaron a cambiar.
Me reuní con Felipe Kast, senador de Evópoli, que buscaba condensar su mirada país en 15 segundos. Le dije que era posible. ¿Y en diez? También. ¿Cinco? No es fácil, pero se puede. Se despidió con lenguaje de señas, lo digo por la posición del dedo del medio.
Tuve una reunión con los representantes de Convergencia Progresista, gente del PS, PPD y PR, a la que también acudió el PC, no sé por qué. Ingresaron, los vi y les solicité si podían salir y entrar nuevamente, para prepararme mejor. Lo hicieron y en ese escaso tiempo me mandé a cambiar.
Con los del Frente Amplio, y no sé cómo fue el desvío, llegamos al tema de la Constitución y la propiedad privada, así que me preguntaron cuántas tenía: unas tres, les dije. “Demasiado, corresponde una por nuca”. No los mandé a la punta del cerro, sino a un lugar fibromusculoso. Fue bien desagradable. (1)
No recibí a los diputados René Alinco y Pepe Auth, con 0.44 y casi cuatro segundos, porque todo tiene un límite.
La directiva de la UDI me explicó lo que querían: pavor cósmico, angustia infinita y miedo profundo hacia lo oscuro y desconocido. Les pregunté, para llevarlo a una imagen concreta, si estábamos hablando de criaturas cósmicas como Cthulhu. Me preguntaron si Cthulhu podía ser marxista. Les dije que podía ser lo que quisiéramos, porque estaban hablando con un creativo. Diría que se asustaron.
Con los de raíz Humanista me sentí como Harry Potter, rodeado por entidades escalofriantes: magos convertidos en felpudos, brujas milenarias y mercaderes de humo. Cometí un error y les dije que solo un país embrujado les hace caso. En mi larga vida, jamás había escuchado una ristra de insultos y escarnios de tal calibre.